Capítulo 86
Por otro lado...

El dolor de espalda que había mencionado Ricardo fue sólo una excusa, y la verdad era que se había enterado de cierta noticia. Al regresar a su habitación, preguntó inmediatamente a su secretario: —¿Gerardo realmente subió al barco?

—Joel dijo que vio a alguien con una figura similar, pero no estaba seguro.

Ricardo se enfadó tanto que hasta soltó una risita. —Hasta en las fiestas familiares se esconde. ¿Es que acaso aquí hay algo que le impide mostrarse? ¡Sin duda su madre lo corrompió!

Él ordenó directamente: —¡Envía a alguien a buscarlo!

—De acuerdo.

Al pensar en algo, Ricardo detuvo a su secretario y añadió: —Espera. Hazlo discretamente, no llames la atención.

En caso de que... Gerardo tuviera sus propios planes, no quería ser una carga para él.

El secretario asintió y respondió: —Entendido.

Después de que este se retirara, Ricardo todavía no se sentía del todo seguro, así que se dirigió a la habitación donde estaban jugando a las cartas.

Mientras tanto, en ese cuar
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