NEGRO

ALBA

Me doy la vuelta, medio dormida, trato de alcanzar el pecho de un hombre que sé que se supone que debe estar allí, solo para no tocar nada. Tratando de no dejar que mi imaginación se vuelva loca, me siento en la cama, frotándome los ojos antes de mirar alrededor de la habitación, solo para encontrarla oscura y vacía. Mirando hacia la mesa auxiliar, el reloj marca las 11:10; sólo faltaban cincuenta minutos para la medianoche.

Antes de que los nervios puedan enterrarse, haciéndose un hogar en mi estómago, la puerta se abre. Julián irrumpe en la habitación, una nube oscura se cierne sobre su cabeza hasta que se da cuenta de que me he despertado, y una sonrisa tranquila se extiende por su rostro mientras su mirada se pasea por mi cuerpo. Como si pudiera ver a través del sobrecama que cubre mi cuerpo desnudo.

“¿Qué pasó?” Pregunto mientras trato de descifrar el cambio repentino en su actitud de entrar a verme despierta.

“Nada, rollito”, responde, “¿disfrutaste tu siesta?” Pregunta mie
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