REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 86. Un objeto contundenteEl dolor explota en mi cabeza como un trueno. Me tambaleo y caigo de rodillas, llevando las manos a la nuca en un intento inútil de detener el latido punzante que me nubla la vista. Mis oídos zumban y, por un segundo, todo es un borrón rojo y negro.Respiro hondo, obligándome a mantener la calma. Me giro con dificultad, esperando encontrarme con Raymond, pero la realidad me golpea con más fuerza que el impacto que acabo de recibir. No es él.—No has cambiado en nada, maldit@ mocosa. Siempre arruinando las vidas de los demás —espeta y escucharlo dirigirse a mí después de tanto tiempo me revuelve el estómago.—Tom… —gruño entre dientes mientras siento que el mundo se congela por un instante.Mi corazón da un vuelco y luego empieza a latir con tanta fuerza que creo que va a salirse de mi pecho. Me mira con esa sonrisa cruel que me ha perseguido en mis pesadillas desde hace doce años.—No esperaba que me reconocieras tan rápido —dice con
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 87. Espacio a la imaginaciónEl eco de la bala aún resuena en la habitación. El grito de Tom, tan desgarrador, me llega como una melodía macabra, y siento que la rabia que llevo dentro se disuelve un poco, como si hubiera lanzado la última pieza del rompecabezas en el que había estado trabajando por tanto tiempo.¡Pum!Juraría que puedo escuchar el sonido de la bala perforando. Tom se lleva las manos a la entrepierna y su grito lo ahoga todo a su alrededor. Me observa con ojos desorbitados mientras su cuerpo se retuerce de dolor. Hay algo en su expresión que me hace sentir... bien, como una necesidad latente de verlo sufrir, una venganza que me pide más.Mi respiración se estabiliza. En mis manos, la pistola parece pesada, pero no por el peso real, sino por todo lo que acaba de pasar. Aún siento la adrenalina recorriéndome y Raymond está en una esquina, mirando como un espectador en un teatro, espantado.Me imagino lo que está pasando por su cabeza tres dispar
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 88. Considéralo un favor.Nos detenemos en una farmacia antes de llegar al departamento y Christian me pide que lo espere durante cinco minutos. No sé qué estará haciendo pero apenas llegamos a casa me mete al baño y me desnuda despacio. Lo abrazo mientras el agua cae sobre nosotros, el tiempo parece infinito y aun así lo siento tenso contra mi piel, pero no tenso en el sentido que me gusta.Me seca despacio y cuando acerca las puntas de sus dedos con crema a mi cuello entiendo por qué pasó por la farmacia.—Estoy bien —le digo con calma y me mira a los ojos—. Pon la crema, pero te aseguro que esas marcas no van a molestarme.Christian me observa como si pudiera leerme. Está acostumbrado a ver mis cambios, pero esta vez algo es diferente. Mis hombros ya no están tensos, mis puños ya no están apretados, y por primera vez en mucho tiempo, me siento... tranquila.—¿Todo terminó para ti? —me pregunta, con ese tono preocupado que me resulta tan familiar y que quier
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 89. Una sorpresa especial.No tengo que decir nada más, puedo ver el asco y la rabia en los ojos de Elsa, el miedo en los de Tom, y no tengo muchas dudas sobre cómo terminarán las cosas entre ellos.Christian me envuelve en un abrazo apretado y yo me derrito contra su cuerpo porque está bien sentirme bien cuando estoy cuando el hombre que amo, aunque el maldito mundo se desmorone alrededor.—¿Ya tomaste una decisión sobre lo que quieres hacer con él? —me pregunta y yo lo miro tranquila.La verdad es que lo último que quiero es ligar mi nombre a todo el proceso legal que sería meter a Tom a la cárcel, y no creo que sea necesario. No podría estar más… impotente a partir de ahora.—Christian —pregunto con un suspiro—. ¿Podrías hacer desaparecer la denuncia que pusimos en la comisaría?Él me observa por un momento, midiendo mis palabras, pero asiente rápidamente.—Lo que tú quieras —responde—. ¿Pero estás segura de que no quieres meter a ese tipo a la cárcel?Resp
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 90. Las personas que amamosPor un momento, no sé qué decir. Me quedo paralizada, con el corazón latiéndome fuerte en el pecho, porque no entiendo qué está pasando.No hay ninguna razón lógica para que Alma y Mildred estén aquí, no entiendo cómo esto puede ser una sorpresa de Christian o…Me tenso instintivamente cuando veo a Mildred dar un paso hacia mí. Su expresión es seria, preocupada, y sujeta con fuerza la mano de Alma, que parece nerviosa y hasta un poco asustada.—Supongo que te debo una disculpa enorme —dice Mildred con la voz más suave de lo que imaginaba, y yo despego los labios, pero nada sale—. La forma en que reaccioné —continúa—. No sabía que me estaban mintiendo. No sabía la verdad. Lo lamento mucho… y aun así creo que serás capaz de comprender que estaba tratando de proteger a mi hija.Mis ojos se llenan de lágrimas antes de que pueda evitarlo.—Lo sé —intento hablar aunque me cuesta. No esperaba esto. No esperaba nada de esto—. Quizás debí de
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 91. El resto de una vida de venganzaLa cena transcurre llena de risas y bromas mientras le preguntamos a Mildred por su nuevo pretendiente. Sé que en los últimos años ha estado tan pendiente de su enfermedad y de Alma que no ha tenido tiempo para nada más. Sé lo que es vivir así, y cuando nos miramos por un instante, sabemos que ninguna de las dos tiene que seguir sola de nuevo.—Esquiar… ¡no sé esquiar! —se espanta Mildred y yo le aseguro que le enseñaré mañana a primera hora.La comida es de un restaurante cercano, pero al final Christian se lleva todo el crédito por haberla pedido, como si fuera un chef de cinco estrellas. La casa huele a comida caliente y a vino, y la sensación de hogar me golpea de una forma que no esperaba.Después de comer, Alma se despide con un bostezo y se va a su habitación. Cae en la cama como un tronco y Mildred y yo nos quedamos mirándola desde la puerta del pasillo.—¿Puedes creer que había un tiempo en que se le podía cargar i
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 92. Las tías de AlmaRegresamos a la cabaña cuando el sol comienza a teñir el cielo de tonos naranjas y rosados. La nieve refleja la luz matutina con un brillo casi cegador, y el aire frío nos golpea en la cara cuando entramos. Mis botas crujen contra la alfombra al cruzar la puerta y, antes de que pueda quitarme el abrigo, Alma nos está esperando con los brazos cruzados y una expresión de falsa severidad en el rostro.—¿Dónde estaban? —pregunta con voz firme, aunque sus ojos solo reflejan diversión.Me muerdo el labio para no reírme y miro a Christian de reojo. Él carraspea, fingiendo seriedad.—En… un paseo nocturno —responde rascándose la nuca.Alma entrecierra los ojos con suspicacia y asiente lentamente.—Ajá. ¡Pues están castigados!—¡¿Qué?! —exclamo, llevándome una mano al pecho como si me hubiera ofendido.—Así es. ¡¿Qué ejemplo es ese para una niña de doce años?! —exclama con dramatismo y Christian se ahoga de risa. ¡Si es que son tal para cual!—. ¡No
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 93. Una nueva vida familiarLos días comienzan a tomar un ritmo diferente. La presencia de Alma en nuestras vidas es un cambio enorme, pero no en el sentido caótico que habría imaginado. Todo se siente... correcto, como si siempre hubiera sido así.Mildred y yo establecemos una rutina. Me manda mensajes para recordarme horarios de la escuela, los partidos y las entregas de proyectos importantes. Al principio, la idea de involucrarme tanto me aterraba, siempre parecía que había mil cosas que podían salir mal, y supongo que el miedo a no ser suficiente seguía acechándome en la sombra. Pero como contrapeso tengo a Mildred que no se cansa de repetirme que la vida de los padres siempre es un caos y casi todo sale un poco torcido, pro al final sale.Y no puedo negar que cuando Alma me llama un martes cualquiera para pedirme ayuda con un proyecto, algo dentro de mí se afloja.“Vero, ¿puedes ayudarme con algo de la escuela?” Su voz resuena por el altavoz mientras obse