REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 39. Recuerdos de hace diez añosA veces, las palabras son tan poderosas como cualquier acción, sobre todo cuando las respalda el carácter de un hombre como él. Eso es lo primero que se me ocurre cuando Christian me besa, un beso largo, como si fuera a ser el último, como si de alguna manera, el universo decidiera darme un descanso.Así que lo recibo con la misma intensidad, pero hay algo más detrás de ese beso. Es una mezcla de gratitud, de alivio, de saber que, por una vez, tengo a alguien que está aquí para mí, que no me va a dejar sola por más terca que sea.—Gracias por estar aquí —le digo y muerde mi labio inferior con un gruñido de satisfacción.—¿Tú agradeciendo? ¡Uff, debo ser el mejor sexo de tu vida! —se burla, pero un segundo después vuelve a ponerse serio—. Voy a estar siempre que me necesites. Siempre.Es como si me quitara un peso de encima, aunque, lo sé, en realidad no cambia nada. Siempre he sido independiente, siempre he aprendido a manejarme
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 40. Más de una sorpresaMe dejo caer en el sofá con un suspiro de satisfacción que ni siquiera intento evitar. Elsa está tirada en el suelo, un poco balbuceante y otro poco aturdida, como un boxeador mal entrenado al que hubieran nockeado demasiado rápido.Alcanzo mi celular y la llamada suena tres veces antes de que Ruby conteste. Ni siquiera tengo que decirlo: ella es la primera persona que cruza mi mente para los trabajos sucios como este, porque Ruby sí que sabe cómo esconder delitos mayores.“Dime que no estás borracha a esta hora” saluda sin preámbulos. “Porque si lo estás, este no es el número nena. Borracha se llama a los ex, o en tu caso, a la cosita tierna que es tu…”—Si dices “novio” te descuartizo —le advierto y la escucho reír—. Pero no es nada de eso. Es algo más… interesante. Necesito tu ayuda para tirar un cuerpo —respondo con calma, limpiándome las manos con una servilleta.Todo lo que hay es silencio y luego una risa entrecortada.“¿Qué tan
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 41. Un incómodo encuentroLa puerta sigue abierta y yo solo me pregunto quién será el idiota que no sabe tocar a ella en medio de una empresa como Ironclad.El hombre que acaba de interrumpirnos tiene el cabello entrecano, un porte elegante y la expresión de quien sabe que está en un problema. Es alto, bien vestido, con un aire de confianza que me recuerda demasiado a Christian, y por desgracia descubro quién es cuando Christian menciona la palabra “papá”.¡Joder, qué mala suerte tengo!—¡Disculpen! ¡Los siento! ¡Disculpen, no quise interrumpir…! ¡Bueno, en realidad sí, pero no sabía que estaban…! —dice con una sonrisa torpe—. ¡Solo estaba demasiado emocionado por ver a mi hijo!Christian suspira, pasando una mano por su cabello, mientras yo deslizo mis piernas fuera de la mesa y me bajo con toda la dignidad que me queda.—¿Qué haces aquí, papá? —pregunta Christian avanzando hacia él.Raymond St. Jhon. Así que este es el padre de Christian. Él sonríe y abre lo
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 42. Cosas sin sentidoQuizás sea algo genético, porque presiento que Alma, incluso con toda la bondad que hay en ese enorme corazoncito suyo, aun así tiene esa chispita de veneno… ¡o de electricidad! que es casi un sello mío.El camino de regreso a casa es tranquilo. Christian conduce con una mano en el volante y la otra descansando sobre una de mis piernas, como si quisiera sentir mi estado de ánimo a través del tacto, incluso por encima de la ropa.Yo miro por la ventana, jugando con el borde de mis guantes de cuero, y cuando llegamos a la casa los tres miramos la cocina como si fuera el peor enemigo.—¿Qué les parece si pedimos hamburguesas? —propone Christian palmeando y le respondemos con un montón de aplausos entusiastas.—¡Sí! —dice Alma emocionada.—¡Yo me apunto! La comida casera definitivamente no es mi mío —susurro y me dedico solo a preparar la mesa hasta que el pedido llega.Nos sentamos a comer mientras Alma nos cuenta todo sobre el resto de su d
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 43. PalabrasTraemos a Mildred de regreso a casa y siento una alegría infinita porque el doctor dice que quizás muy pronto pueda estar libre de todo esto.El trayecto es tranquilo, y Alma no para de hablar sobre todo lo que hemos hecho mientras su madre estaba en el hospital. Su voz es una mezcla de emoción y alivio, como si quisiera ponerla al día con todo lo que no pudo contarle en esos días. Mildred me mira de reojo, con una sonrisa en los labios, y por un momento creo ver gratitud en su mirada cansada. Se nota que aún está débil, pero su piel pálida contrasta con el brillo de sus ojos.En la casa hay un enorme cartel de Bienvenida y mucha comida (que por supuesto encargamos en algunos de mis restaurantes favoritos) para que no tengan que hacer nada en los próximos días. Aunque por supuesto voy a estar viniendo a verlas.—Gracias, Vero —me dice cuando llegamos y Christian la ayuda a acomodarse en el sillón con cuidado, como si fuera de cristal—. Sé que Alma
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 44. Un enemigoIntento concentrarme en el informe que tengo delante, pero las letras se mezclan en la pantalla. No importa cuánto intente ignorarlo, mi mente sigue volviendo a la conversación que escuché antes."Verónica me gusta. La quiero."Las palabras de Christian se repiten una y otra vez en mi cabeza y siento un hormigueo en el pecho porque es como si por fin este caparazón estuviera soltando los remaches sin que yo pueda evitarlo porque… bueno… porque a mí también me gusta. Me gusta de verdad. Y lo peor es que siempre he sabido que esto iba a pasar. Desde el primer día, cuando me miró con esa mezcla de curiosidad y desafío, cuando me dejó ver que no le tenía miedo a ninguna de mis sombras, ¡y conste el susodicho Christian Grey se queda corto al lado de las mías!Suspiro y dejo el informe a un lado. Esto es ridículo. No soy una adolescente enamorada, soy Verónica Lynch. Doy un sorbo a mi café, que ya está frío, y me obligo a concentrarme.Pero una hora d
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 45. Un enfrentamiento muy poco agradableSeré bipolar o algo, porque mientras caminaba hacia esta oficina respiraba unicornios y me pedorreaba arcoíris, y ahora resulta en dos minutos soy otra vez la arpía en plena producción de veneno. Bueno… así son las cosas.—¿Cómo sabes eso? ¿Christian te dijo…?—No ha tenido que decirme nada. Lo investigué desde antes de conocerlo y él a mí porque eso es lo que hace la competencia… al menos hasta que la competencia decidió confraternizar —replico—. Así que te voy a pedir encarecidamente que sigas haciendo tu papel de padre “cool” y aventurero, y para que conste… te lo voy a pedir una sola vez.Su boca se convierte en una fina línea de impotencia, pero antes de que pueda siquiera despegar los labios, la puerta se abre y Christian entra con su mejor sonrisa, una que se va desvaneciendo despacio.—¿Interrumpo algo? —pregunta, mirando a su padre y luego a mí.—Nada importante —respondo sin apartar la vista de Raymond y luego
REINA DEL ODIO. CAPÍTULO 46. Una decisión irrevocableNo sé si me estoy acostumbrando a que mi vida sea un volcán en erupción constante, o si en verdad todo ha pasado tan rápido que no me ha dado tiempo de procesarlo. Christian y yo salimos del edificio, caminando rápido y sin decir mucho. Su presencia es firme y cálida, como siempre, y agradezco que esté conmigo en un momento así, porque realmente todavía no sabemos lo que viene.Apenas hemos avanzado unos pasos cuando una escolta del abuelo Kaizen aparece frente a nosotros. Reconozco de inmediato el auto negro, elegante y de vidrios polarizados, que se detiene junto a la acera. Un escolta se baja y se dirige a nosotros con el mayor respeto.—El señor Toshiro los espera en la residencia familiar —dice y no es una petición, es una orden muy bien disfrazada pero no discutimos.—Es lo mejor —me susurra Christian mirando el auto—. Sube.La puerta se abre y ambos entramos. Cuando llegamos a la propiedad del abuelo Kaizen, el ambiente es