273. Mi familia

Benjamin

Entramos al cuarto, listos para descansar, con una sensación de alivio y felicidad que no sentíamos desde hace mucho tiempo. Ravenna estaba radiante con Rubi en sus brazos; su sonrisa era como un faro iluminando nuestro hogar. Rubi, tranquila y satisfecha, estaba acurrucada contra el pecho de su madre, su lugar seguro y acogedor.

Habían pasado dos días desde que regresamos de México, y Ravenna prácticamente no había soltado a nuestra hija. Entendía su necesidad de estar cerca de Rubi, de asegurarse de que nuestra pequeña estaba a salvo. Sin embargo, también sabía que ambas necesitaban descansar.

“Rav, amor, necesitas descansar. Rubi también,” le dije suavemente mientras la observaba mecer a nuestra hija en sus brazos.

Ella me miró con una expresión suave pero determinada. “Lo sé, Ben, pero no puedo. Es como si cada segundo lejos de ella fuera una pérdida de tiempo. Necesito sentirla cerca de mí.” Se inclinó y besó a nuestra pequeña, algo que hacía constantemente.

Acercándome,
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