272. Nuestra Rubi

Benjamin

El avión aterrizó suavemente en suelo mexicano. Miré a Ravenna, que dormía a mi lado, exhausta por la tensión y la ansiedad. Toqué su hombro suavemente, sintiendo una mezcla de alivio y preocupación.

“Rav, despierta,” susurré, intentando ser lo más delicado posible. “Hemos llegado, querida.” Besé su frente, notando que estaba un poco caliente.

Ella abrió los ojos lentamente, sobresaltada por un momento antes de recordar dónde estábamos. “¿Ya llegamos?” preguntó, con euforia reemplazando rápidamente el miedo en su mirada.

“Sí, estamos en México,” respondí, sonriendo al ver su entusiasmo. “Vamos.”

Ravenna salió del avión apresurada, casi corriendo hacia el auto que nos esperaba. La seguí, tratando de mantener su ritmo, mientras Connor conversaba con el conductor al frente.

“¿Estamos cerca?” preguntó, inclinándose entre los asientos y mirando el GPS del auto. La tomé suavemente por los hombros y la devolví a su lugar.

“Tranquila, ¿sí?” Su mirada irritada me hizo reír. “Sé que es
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