Estimadas lectoras y lectores Aquí les dejo un capitulo más de la novela.
Valeria permaneció sentada por un rato en el piso de su baño, su mano seguía postrada en su vientre, aún no podía creer que estuviera embarazada, lo que si era cierto es que debía platicarlo lo antes posible con Marco, ya que siempre había sido irregular y ahora que lo pensaba ya tenía algunos meses sin su periodo, comenzó a poner más atención a los detalles y se dio cuenta de que había más indicios.Llevaba días con dolor de cintura, algunos olores se le hacían más penetrantes, era más dormilona de lo normal, su ropa, al menos sus pantalones le estaban apretando, pero ella le echaba la culpa a que últimamente había estado comiendo más postres.Valeria estaba perdida en sus pensamientos, que no se percató que alguien tocaba la puerta de su baño, así que de pronto la puerta se abrió, topándose con algo que interfería, Valeria sentada en el piso, levanto la mirada, sus manos sostenían las dos pruebas, Marco vio a su hermosa mujer, ella tenía los ojos y la nariz roja, estaba en un estado
Después de que Valeria le diera la noticia a Marco sobre aquella dulce espera, ambos decidieron que no le dirían a nadie hasta estar completamente seguros. Para cuando la pareja bajó a cenar el pequeño Enzo ya se había marchado a casa, Fabio, su chofer, había ido puntualmente a las 7:00 pm a recogerlo. Luego de cenar en familia, Valeria y Marco fueron al estudio a buscar un ginecólogo que pudiera llevar su embarazo en Italia, la mujer estaba muy nerviosa, no podía con tantas emociones fuertes, por lo que Marco busco en su laptop varias opciones y con base en las credenciales de cada médico, finalmente escogieron a una ginecóloga que cumplía con las expectativas de la pareja, además de tener especialidad en embarazos con mujeres mayores de 40 años. A la mañana siguiente, Marco y Valeria salieron muy temprano a una cita que habían reservado a primera hora con aquella Dra. Beatrice Berlusconi. Marco tenía un día muy ocupado, pero no podía dejar sola a su esposa con aquella preocupación,
Luego de ir a dejar a Valeria a casa, Marco fue a la oficina, aún no podía salir del asombro ante la noticia que acababan de recibir, a sus 55 años sería nuevamente papá, no de uno; sino de dos bebés, todo ello venía a generar un gran cambio de planes. Tal como se lo había externado a su amada esposa, la familia siempre sería su prioridad, por lo que había cosas que tenía que cerrar y una de ellas era Franco Amato.- ¿Federico? ¿Estás en la oficina?- Hola Marco, sí, efectivamente aquí estoy ¿Qué sucede?- ¡Tengo algo que contarte! Creo que te voy a sorprender…- ¿De verdad? ¿Es bueno o malo?- Llegando a la oficina, te diré, oye… - Dijo Marco quedándose un minuto en silencio.- ¿Dime?- ¿Dónde quedo Franco Amato? ¿Puedes conseguirme la dirección donde radica actualmente?- ¿Eso es lo que me querías contar? Por un momento llegue a pensar que ya habías dejado ese tema por la paz…- ¡No Federico! Solo lo he dejado tranquilo por un tiempo, pero sabes bien que ese hombre sin mí, no es nadi
Marco y Valeria, habían llegado al acuerdo de que hoy mismo darían la noticia a toda la familia durante la cena, razón por la que esta vez, Marco salió de la oficina temprano, luego de algunos minutos en auto, llego a casa para encontrar a su hermosa esposa ya preparada para dar la noticia. El hombre, al ver a su amada esposa, no hizo más que soltar un suspiro, ella se había colocado un vestido largo y holgado, sin mangas y sin tirantes de shifon, aunque era suelto, al ver la zona de su pancita, le causo ternura ver que sus pequeños retoños ya eran visibles. “¿Cómo era posible que no se hubieran dado cuenta? ¿Cómo pudo pensar que se trataba de unos kilitos de más?”, pensó. - ¡Hola, mi cielo! ¿Cómo estás? Más bien, ¿Cómo están? – Dijo Marco tomándola de la cintura y atrayéndola hacia él. - Todos estamos bien, estos chiquitos me han traído vuelta loca, tengo hambre, tengo sueño, tengo más hambre y así, sucesivamente. Todo esto es un círculo vicioso, se me antoja el dulce, se me antoja
Marco después de acompañar a su esposa en el baño y luego acurrucarse con ella hasta quedo completamente dormida, no podía dormir, así que fue a su estudio a ver algunos pendientes, estaba diligentemente revisando sus correos cuando su móvil se encendió, se trataba de una llamada de Federico, sin dudar ni un segundo, contestó.- ¿Qué pasa amigo? – Dijo Marco tranquilamente.- Pensé que ya no te encontraría despierto. – Respondió Federico con nervios.- No podía dormir, hoy fue un día de emociones fuertes, pero dime, ¿Qué necesitas?- ¿Recuerdas el maletín que te di cuando recién llegaste a Italia?- Si ¿Por?- ¿Has revisado la información que contenía la USB? Supongo que no, porque no has emitido ningún comentario ¿Estoy en lo correcto?- La verdad es que solo revisé la primera carpeta, pero solo descubrí que Caterina tenía un amorío con Alberto, el abuelo de Valeria.- Ok, es importante revises todo el contenido, cuando hicimos la investigación, era con la premura de que nadie debía s
Marco después de colgar, se dirigió a su habitación, vio a su amada que dormía plácidamente, le dio ternura verla así, llevaba puesto un camisón de seda beige, su pancita era evidente, ahora no podía quitar los ojos de aquella pancita, ahí estaban sus dos pequeñitos, aún le faltaban 6 meses, él ya quería que pasaran en un abrir y cerrar de ojos. El hombre tomó un baño y quería comenzar a alistarse para ir al trabajo, pero al salir del baño, prefirió después de secarse meterse a la cama con su esposa, en ese momento le apeteció abrazarla, sentir su vientre, sentir a sus hijos. Valeria sintió como su marido la atrajo hacia él y ella solo alcanzó a estirarse como gato para volver a acurrucarse en sus brazos. Luego de un rato, el despertador sonó a la misma hora de siempre, Marco no había pegado el ojo, pero disfrutaba de tener así a su esposa, montones de ideas estaban cruzando por su cabeza, mientras tenía a su mujer en brazos. - ¡Te amo Valeria! ¡Te amo a ti y también amo a nuestros
- Marco, me sorprendes, creía que eras más listo que otros, pero ya veo que a ti también te vieron la cara. He de confesarte que cuando me visitaste en Suiza creí que sería mi final, no esperaba que me dejases con vida, viví unos buenos 3 años luego de ahí, pero nunca espere que “Ese cabrón” apareciera, el muy maldito me arrojo ácido en la cara. - ¿Qué? ¿De qué estás hablando? ¿De quién estás hablando? DIME… - Grito Marco exasperado. - Pues de quien más debo de hablarte, ¡Pietro! ¡Pietro Pellegrini! Ese maldito no murió e incluso el infeliz de Teodore le ayudo a acercarse a mí. Salió más listo que bonito ese escuincle, Toedore y él tenían alianzas y durante poco más de 8 años que supuestamente llevaba de muerto, el cabrón estuvo en el hospital tratando de sobrevivir. - ¡Eres un mentiroso! - No tengo por qué mentir, ¡Mírame! ¿Acaso vez a un hombre que podría estar mintiendo? Marco vio con incredulidad a aquel hombre, pero escudriñando su rostro, estaba claro que esas quemaduras deb
Adrien Bianchi era un joven con 20 años cumplidos, que, debido a sus excesos y una vida acelerada, había perdido dos años del nivel medio superior, su estancia en el colegio Marymount, esta vez era la última oportunidad que tenía para terminar sus estudios y seleccionar una carrera para su futuro dentro de la familia Bianchi, sin ser una deshonra.Hijo de Amadeo Bianchi hermano mayor de Alessandro Bianchi, era el mayor de la segunda generación de los Bianchi, su madre era de origen francés; Louise Bianchi, una hermosa mujer de la que había salido un excelente espécimen como Adrien. Sus orígenes franceses hacían que su apariencia fuera distintiva y elegante, su rostro era delgado y anguloso, pómulos prominentes y mandíbula definida, ojos grandes y expresivos, color verde, su cabello rizado y castaño oscuro le daba al joven una apariencia desenfadada y juvenil.El joven poseía un encanto único, los abuelos Bianchi consideraban a Adrien su mejor cosecha, su 1.80 metros y su figura esbelta