Álvaro, el capo de capos.

Al siguiente día, terminamos de empacar lo que faltaba para dirigirnos al hogar de Hades donde era una casa un poco más grande y cómoda ubicada mejor en la ciudad. Además, tenía las habitaciones adecuadas donde una iba a ser para la pequeña Mari, otra la que ya tenía el pequeño Juan Mario, mi nona también quedaba en una habitación sola mientras que a mí me tocaba quedarme con él en su habitación, aunque era raro porque igual no nos íbamos a casar o no lo teníamos pensado, pero igual iba a ser una bonita experiencia juntos, donde esperaba que todo saliera bien y era una forma de confianza para que no se interpusiera entre mi deber con la justicia. 

Debía ir a Caracol donde debía renunciar tristemente, porque en este trabajo de infiltrada me tocaba todo el día y varios días ocasionando que no pudiera asistir, me despidieron con

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