De regreso en la mesa todos nos miran como esperando una explicación, quizá por nuestro retraso o por mi cara lúgubre, pero optó por no decir nada, han retirado el almuerzo y están sirviendo el postre, Adrian toma mi mano, la acaricia de ese modo que tanto me gusta recorriendo mi piel con su pulgar, su preocupación es evidente por lo que termina preguntando, —¿Te sientes bien?, ¿Ocurre algo?

Intento disimular mi malestar y quitarle peso al asunto por lo que le respondo, —Tranquilo, estoy bien, no pasa nada—, el me sonríe e intenta continuar con la conversación en la mesa para respetar mi espacio, sin embargo, lo que me acaba de explicar Bacco para mí es un impacto, esperaba poder lograr una solución sin tener que continuar con la mentira, pero es evidente que estar aquí es mucho mejor que ir a prisión, estoy tan metida en mis pensamientos que no me percato que en algún momento comenzaron a dirigirse a mi.

—¿Lorena hija?, te estamos hablando, ¿Te gustaría ir de compras con nosotras?—,