Capítulo 5

—Vamos —me pidió Alessandro con el rostro serio mientras me pasaba su brazo alrededor de la cintura.

Inmediatamente me alejé de su tacto con el corazón acelerado. Su rostro ya no parecía enojado, sin embargo, me daba un poco más de miedo esta expresión neutral y relajada. No pensaba ir a ningún sitio con él después de la amenaza que me había hecho en el auto. Miré a nuestro alrededor: los fotógrafos estaban fuera apuntando sus cámaras hacia nosotros, las personas dentro del edificio parecían ocupada pero sabía que estaban pendientes a lo que sucedía con nosotros, los guardias estaban atentos. Comencé a pensar en una forma de salir de esta situación pero absolutamente nada se me ocurría. El príncipe seguía insistiéndome con la mirada y al ver mi falta de movimiento se acercó.

—Valeria, me acabas de dar una cachetada delante de toda la televisión nacional de Marvera —me susurró mientras volvía a enredar su brazo en mi cintura.

Tomé una profunda respiración. Él tenía razón, acababa de meter la pata hasta el fondo, pero se había ganado el golpe con creces. Nunca nadie me había besado, él había sido el primero y el que lo haya hecho por molestarme hace que me sienta totalmente usada y como una idiota. Siempre quise que mi primer beso me lo diera la persona a la que amase. Siempre soñé con cuentos de hadas donde las chicas encuentran al hombre ideal y son felices, pero en ese momento me di cuenta que solo eran mentiras que usan para llenarnos la cabeza de mariposas, las cuales se convirtieron en ilusiones rotas.

—Te lo buscaste, imbécil —le susurré mientras intentaba fingir una sonrisa.

Alessandro se giró de frente a mi y fingió la misma sonrisa que yo, aunque a él le salía más natural. Llevó sus manos a mi rostro y depositó un beso en mi frente.

—Vamos a ser unos buenos actores y fingir que todo está bien, por favor, necesito tener el reino controlado y que se esparzan rumores de que mi futura esposa me ha golpeado, no creo que sirva de mucho.

Necesitaba tener el reino controlado. Así podía realizar todos sus planes con la mafia, por supuesto, su padre tenía razón, Alessandro era una persona sin escrúpulos y detrás de toda esa figura hermosa y angelical, había un ser horrible.

—Está bien —cedí—, solo no me beses sin mi autorización.

Él asintió, bajó su mano de mi cintura y entrelazó nuestras manos. Me miró con una sonrisa y acomodó un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.

—¿Me dejas besarte, Valeria?

La pregunta mando corrientes hacia todo mi cuerpo y sentí mi rostro calentarse. Asentí con nerviosismo y el se acercó lentamente. Esta vez no fue brusco, primero tomó mis rostro en sus manos y dejo un leve beso en mis labios. Luego abrió su boca y se adentró en la mía con delicadeza acariciando mis labios con los suyos mientras yo sentía mi mundo dar vueltas y como mi corazón quería salir de mi pecho y dar carreras por todo el edificio. Alessandro era un buen besador y el hormigueo en mi interior no hacia más que aumentar a medida que su lengua rozaba con la mía. Me separé con la respiración algo agitada y ambos nos quedamos mirándonos.

—Mierda —dijo con la voz ronca.

No sabia que hacer o decirle, sentía un manojo de emociones revolviéndose en mi interior. Quería besarlo de nuevo, volver a experimentar esa sensación tan enloquecedora. Yo quería sentirlo de nuevo. Su mirada seguía en la mía, pero no fui capaz de descifrar que significaba lo que sus ojos querían decirme.

—Alteza —ambos regresamos al mundo real y observamos a la joven que se acercó a nosotros.

—Buenos días, Janette —la saludó él—. Te presento a Valeria, mi futura esposa.

—Es un placer conocerla, señorita —le di una sonrisa de agradecimiento y ella se volvió al príncipe—. Los niños ya están esperándolos en la sala principal.

Alessandro asintió. Tomó mi mano nuevamente y caminamos hacia una enorme puerta seguidos por lo guardias. Al entrar un gran salón repleto de niños comenzaron a aplaudir con emoción. Algunos daban brincos emocionados y nos saludaban con las manos desde sus asientos mientras subíamos al escenario. El corazón se me llenó de emoción al ver a esas pequeñas personitas tan felices por nuestra presencia. Encima del escenario habían varios sillones uno para Alessandro, otro para mi y tres que ya se encontraban ocupados por una mujer y dos hombres mayores. Saludamos a todos de la mano y tomamos asiento. Los niños hicieron silencio y volvieron a sus asientos. Me tomé el atrevimiento de topar el hombro de Alessandro.

—¿Qué hacemos aquí? —le pregunté.

—Vas a dar un discurso para estos niños, acabamos de abrirles un nuevo hogar.

Me quedé en shock al escuchar sus palabras. ¿Un discurso? ¿Yo? Pero si ni siquiera me gustaba hablar en reuniones familiares. La reina dijo que iban a prepararme para estas cosas y él me trae aquí y me suelta de la nada que debo darles un discurso a estos pequeños.

—Yo no estoy preparada para esto —le dije con molestia.

No tenía nada en contra de los niños, de hecho, amaba a los pequeños. Pero no me sentía lista para hablar en público, no tenía idea de que iba todo este evento o de la casa que habían abierto para ellos. Esta iba a hacer la peor vergüenza de mi vida. Miré el rostro de Alessandro que sonreía con suficiencia mientras se cruzaba de brazos y recargaba su espalda al sillón. Estaba feliz, como si el hecho de ponerme en esta situación le generaba placer. Entonces lo entendí, estaba haciendo todo esto a propósito, el beso en la entrada, ponerme en ridículo. Él estaba buscando molestarme, cuál era la razón, iba a averiguarla.

—Señorita Valeria —la joven que nos recibió se acercó a mi con una sonrisa y me entregó el micrófono.

Bien, había llegado la hora. Solo tenía dos opciones, salir corriendo como una idiota y que el imbécil de Alessandro se saliera con la suya o enfrentar la situación sin miedo a la vergüenza.

"Nosotros enfrentamos los problemas, Valeria, no huimos de ellos."

Recordé la vos de mi padre y me puse de pie. Mi familia, ellos debían de ser mi principal impulso, por ellos estaba allí, por ellos iba a casarme con un príncipe pedante con complejos de imbécil. Las piernas me temblaban un poco cuando di dos pasos al frente y acerqué el micrófono a la boca. Los niños me miraba llenos de entusiasmo y solo pedía que todo saliera bien.

—Buenos días a todos —saludé y pequeñas vocecitas me respondieron con alegría—. Es un gran honor para mi estar aquí con ustedes hoy.

La voz me salía extraña y sentía mi garganta seca. Inspiré con fuerza y apreté el micrófono. Juro que el príncipe iba a pagarme esta.

>>Primero quiero agradecerles por el recibimiento, estar lejos de casa y de las personas que amas es difícil, y haber sido recibida con tanto cariño ha sido una curita para el corazón. Mi futuro esposo me ha dado detalles de todo lo que hemos hecho por ustedes y no saben lo emocionada que me siento de ver cuán feliz los hace este nuevo hogar. Ver sus rostros iluminados nos hace sentir agradecidos porque es exactamente lo que buscamos. No importa lo que haya ocurrido en su pasado y no importa que tanta oscuridad vivieran. Juntos vamos a iniciar un nuevo comienzo, lleno de luz y esperanza, donde siempre puedan iluminarnos con esas sonrisas tanto como hoy. Un nuevo comienzo donde puedan soñar, porque si se puede soñar y aunque mis sueños aún están por cumplirse, estoy segura de que los de ustedes y los míos van a hacerse realidad, aunque existan problemas, aunque queramos llorar. Siempre recuerden, no huir de los problemas, enfrentarlos es lo mejor. Después de todo, después de la tormenta siempre llegará la calma.<<

Bajé el micrófono sintiendo como el aire regresaba a mis pulmones y mis ojos se humedecían. Llevé la cabeza hacia abajo y cerré mis ojos llena de vergüenza, no sabía cómo lo había hecho, ni si utilicé las palabras correctas, pero todos los pensamientos desaparecieron cuando los apalusos inundaron el gran salón y unos brazos pequeños me abrazaron las piernas. Abrí mis ojos y encontré a una pequeña de cabello rubio con los ojos lagrimosos.

—Gachas prencesa —me dijo la pequeña y una lagrima rodó por mi mejilla.

La tomé en brazos y miré hacia atrás donde todos se encontraban de pie aplaudiendo, incluso Alessandro que me observaba con una sonrisa mientras negaba con la cabeza. Toma esa principito. La niña me pidió que la dejase sobre el suelo y regresó con los demás pequeños. Alessandro se acercó a mi.

—Eso ha estado bien —expresó—. Ahora debemos de ir a otro salón hay una cena para los de la ONG.

Asiento, sin ganas de protestar o discutir. Me sentía demasiado bien, después de mi pequeña intervención. Papá estaría orgulloso. El corazón se me afligió y los ojos se me humedecieron, estaba a punto de llorar y no quería que él me viera así.

—Necesito ir al baño —le pedí.

—Es ahí.

Me señalo una puerta a la derecha del escenario y caminé deprisa hasta allí, entre y cerré la puerta. Miré mi rostro en el espejo. Era otra persona, no la mujer que había criado mi padre. El maquillaje, la ropa, los zapatos, me estaba convirtiendo en una persona totalmente diferente. Una lagrima rodó por mi mejilla. Extrañaba a mi padre, mis hermanos, sus peleas constante, extrañaba levantarme en las mañana y prepararles el desayuno, escucharlos hablar todo el día sobre caballos. Dos toques en la puerta me sorprendieron.

—Valeria, esperan por nosotros —la voz seria de Alessandro hizo eco por el baño vacío.

—Necesito unos minutos más —le respondí mientras las lágrimas comenzaban a caer sin control.

—¿Te encuentras bien? —preguntó.

—Si, dame unos minutos —mi voz comenzó a sonar diferente por el llanto.

—No te escuchas bien, voy a entrar.

—No —le pedí.

Al instante la puerta del baño se abrió y me di la vuelta ocultado mi rostro. Sus pasos resonaron contra el piso y me tomo del brazo girándome hacia él.

—Estás llorando —dijo mientras secó con una de sus manos mis lágrimas—. ¿Qué tienes? ¿Estás así por lo del discurso? Yo…

—No —lo interrumpí—. Solo extraño a mi familia.

Él asintió.

—Tu hermano ha llegado al palacio, mis hombres han ido por el antes —me dijo.

La alegría me invadió, me lancé a él y lo envolví en un abrazo.

—¡Gracias!

—No me tienes que agradecer, no fue mi orden, ha sido mi padre, a mi no me interesa en absoluto como te sientas.

Se dio la vuelta para salir del baño.

—El auto te espera fuera. Iré solo a la cena, puedes ir a ver a tu hermano.

Se marchó dejándome con una sensación amarga. No lo entendía, por momentos creía que podía hablar con él como una persona normal y luego se volvía este ser déspota y sin sentimientos. Alessandro era un enigma que no quería descifrar pero que estaba comenzando a interesarme.

itsButterflys

¡Hola Hola! Espero les esté gustando la historia ❤️❤️ me gustaría saber sus opiniones. ¿Qué les perece Alessandro?😏 Muy pronto conocerán a otro personaje que influirá mucho en la vida de Valeria. Nos leemos en el próximo capítulo.

| 99+
Capítulos gratis disponibles en la App >
capítulo anteriorcapítulo siguiente

Capítulos relacionados

Último capítulo