Capítulo 5: Fiesta de compromiso

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Está cayendo el sol, ya Victoria se encuentra en la antesala recibiendo a los primeros invitados, llena de orgullo porque por fin su hijo Andrew se compromete, aunque no le guste esa mujer, y él lo sabe.

Ya ha recibido varios convidados de los más íntimos amigos, entre ellos funcionarios de altos cargos en el gobierno.

Mientras, Andrew está listo para bajar a saludar y compartir con ellos, pero Sara aún está con una estilista.

Él se dirige a ella, quien está sentada frente al tocador mirando su rostro en el espejo, mientras la estilista la maquilla. 

—¿Te falta mucho amor? —Le indaga, al mismo tiempo siente que este será el comienzo de una vida sin libertad, pues ya no será un soltero codiciado.  

—Si todavía me falta, ve primero.

—Bien, como quiera Sara. —responde con evidente disgusto y sale de la habitación. 

Él baja la escalera y a su paso va saludando a los invitados, entonces llega un DJ para armonizar el ambiente.

Transcurren los minutos, Andrew está de pie e impaciente en el salón de la antesala esperando por Sara, pero siente que ella tarda demasiado.  

Mientras espera, él tiene muchos pensamientos en su cabeza.

<<Será por un peinado que no quiso y el estilista tuvo que hacer otro, ella es así. ¿Es esto lo que viven una pareja de enamorados? Uf-uf, no lo creo, así que siento que es una obligación este compromiso… El amor para mí no existe, todo es sexo y diversión, no quiero amarrarme a una vida de esposo… Esto no es para mí, pero mi familia me dice que tengo que sentar cabeza, ya que tengo 30 años, pero en realidad siento dentro de mí que no he conocido el verdadero amor.>>

En tanto, Paula va con las bebidas y… <<¡¡¡Ay-y-y no!!!, porque tengo que ir justamente donde está Andrew…>>

Ella sigue tratando de controlar los nervios, porque el hombre es simplemente hermoso, se acerca a él estando inquieta. 

No pasa nada, él solo coge una copa y ni siquiera la mira.

Andrew está sumido en sus pensamientos, y por su actitud se nota que no quiere este compromiso.

Luego que ella  termina de servir las bebidas, se marcha a la cocina muy alegre por solo mirar al señor Andrew.

Entra y mira a su tío pensativo apoyando su mano en la mesa, y ella ya sabe por qué él está así. 

Gonzalo la mira llegar con cara de risueña, entonces reacciona dejando atrás sus pensamientos.

—¡Oh!, está muy contenta, bella. —exclama y se reincorpora en la silla. 

—Si tío. Una pregunta… —Por un momento ella piensa en no hablar, pero de pronto no duda en preguntarle, entonces se sienta al lado de él. —¿Cómo se conocieron, el señor Andrew y Sara? 

—¡Ay-ay! —Él se asombra por su interés en saber de la vida de Andrew—. Mi sobrina ¿Él te interesa? Mira, él es mucho mayor que tú.

—Pero, tú también le llevas muchos años, a la señorita Isabella. 

—Sí, pero él… —Gonzalo se mueve inquieto sin saber abordar este tema con su sobrina—. Como te lo explico… El señor Andrew ha vivido una vida desenfrenada, ha tenido muchas mujeres y las desechas como si fueran cosas, no quiere comprometerse con ninguna… Está con Sara porque prácticamente lo obliga y también él ha sentido algo por ella.

—Entonces, ¿no se ha enamorado realmente? —Paula sigue indagando, muy interesada en saber de su vida privada.

Su tío pone la mano en su hombro para tratar de disuadirla de este enamoramiento que él cree será pasajero.

—Él no quiere arriesgar su libertad, así que no te ilusiones y tal vez se esté enamorando de Sara… No quiero que vaya a sufrir, mi bella.

En este momento llega a la cocina Isabella, con el pretexto de buscar una bebida, entonces ellos le sonríen.

—Paula, hay personas esperando por las bebidas. —Enseguida le inquiere para hacerle saber que quiere hablar con su tío.

—¡Ah! Disculpe señorita Isabella, enseguida voy. —De inmediato ella se levanta y coge otra bandeja que contiene copas de vino.

Paula se marcha, e inmediatamente Isabella se dirige a hablar con su chófer.

—Sabes, pensé en lo que me dijiste de ir a la otra ciudad.

—Ok, cuando quieras me avisas, señorita Isabella. —Contesta el totalmente desequilibrado por ella. De pronto quiere alejarse y se levanta.— me marcho a la habitación con su permiso.

Ella tiene una copa de vino en la mano, entonces la coloca en la mesa y lo acorrala para que no se escape.

—No, ¿Gonzalo, porque te vas a encerrar en tu habitación…? ¿Acaso me está esquivando? —Indaga ella mientras está muy cerca de su cuerpo y su rostro frente al de él, casi chocando sus labios.

—No es eso, señorita. —él empieza a inquietarse por ella y desvía su rostro a un lado por lo comprometedor del momento.

—¿Está nervioso Gonzalo?, me he dado cuenta de que te intereso mucho.

Él quiere salir huyendo de ella y logra adelantar unos pasos al frente, pero Isabella es muy vivaz y rápidamente se posa nuevamente al frente suyo.

—¡Señorita Isabella! ¿Por favor, qué quieres?—Exclama temblando y sosteniendo una mano en la mesa, ella lo pone así. —¿Qué quiero…? Ja, ja. Lo mismo que tú, Gonzalo.

Velozmente, ella levanta una mano y acaricia su mentón.

—No lo creo, señorita Isabella. —Dice mirándola como un lobo feroz, loco por comérsela, pero se abstiene por temor de las consecuencias que vendrían en su contra.

En ese instante llega Victoria y los ves muy juntos. 

—¡¿Pero, qué pasa aquí, Isabella?! —Pregunta exaltada.

Ella voltea lentamente, alejándose un poco de él, y la mira sonriendo como que nada está pasando. 

—Le decía a Gonzalo que quiero ir a la otra ciudad, Santiago. —le responde serenamente.

—¡Ah!, tu novio Alberto pregunta por ti.

Isabella se ríe. —Por favor, no es mi novio mamá.

Victoria los mira sin contestar, advirtiendo con la mirada que no se cree el cuento que ella expresó, enseguida se retira

Isabella coge una botella de la mesa y se sirve otra bebida; mientras él sigue temblando por su cercanía.

Ella se acerca a él y le sonríe, eso lo pone peor al mirarla tan hermosa. 

—Después seguimos conversando, Gonzalo.

—Está bien, señorita Isabella.

Ella se marcha.

Mientras él se siente celoso de ese tal Alberto, pero no quiere y no puede hacerle una escena de celos a la hija de su jefa, entonces frunce el ceño y aprieta las manos sintiéndose impotente.

Gonzalo suspira y se retira de la cocina hacia la habitación de empleado.

Mientras, Isabella encuentra a su supuesto novio en la sala, entonces se acerca a él.

<<Ahí estás el idiota que dicen que es mi novio, que enamora hasta una escoba con falda.>>

Ella se sienta a su lado.

—Hola, ¿no viniste con una de tus “amigas”, he Alberto? —Le interroga solo para confirmar lo que ya ella sabe. 

—Si traje a una, ya que tú no me haces caso Isabella.

Ella tuerce su mirada para no mirar directamente a este descarado.

—¿Y por qué será que no te hago caso, Alberto? No será porque a todas las enamoras.

—Sí, pero por ti, no miraré a ninguna otra.

Ella quiere colmarse de paciencia, pero no puede con tal cinismo de él.

—¡¡Por favor, Alberto!! 

—Créeme Isabella.—Le insiste él con ironía.

Él se queda mirándola, pensativo.

<<Creo que esta palomita no quiere caer, es muy rebelde y yo la quiero, tengo planes con ella, para tener más dinero. No soy pobre, pero Isabella sí que tiene, mejor dicho, su familia.>>

Ella se levanta y lo deja al ver que está callado, pues no le interesa seguir la conversación con él.

Se marcha a otro lugar lejos de ahí, pues no quiere su compañía. Sabe que es un mentiroso, y le intriga lo que querrás de ella.

Por otro lado, Sara ha culminado de arreglarse y se dirige hacia la antesala toda espectacular, ahí está Andrew esperando por ella con las manos en los bolsillos del pantalón. 

<<Me gusta impacientarlo y hacerle saber que soy yo quien manda.>> Piensa ella, mientras baja la escalera.

—¿Ya me extraña amor? —Pregunta cuando ya está frente a él. 

 —Por supuesto, te esperé una hora.

—¡Ah!, es que el maquillaje no me quedaba bien y volví a hacer otro.

 —¡Oh, sí!, no me extraña. —Andrew toma su mano—. Vamos con los invitados.

Mientras, Javier entra a la cocina para hablar con su esposa Mariana. Él está muy preocupado por su hogar. 

Ella prepara una bandeja con bocadillos, él se acerca y toca con ternura su espalda.

 —Cuando termine esta fiesta, me iré inmediatamente a nuestra casa, amor… Me preocupan esas personas, ¿y si quieren robarnos?

—No quiero que este solo allá. —Ella también le expone su inquietud.

 —Estaremos nuestra hija y yo, así ella no estará sola, igual que cuando estudiaba.

Él le besa en la mejilla y la abraza por detrás. 

 —Hablaré con la señora victoria, para que mi hija se quede aquí conmigo; pero no quiero que tú este solo allá—, Mariana voltea hacia él al culminar de cotejar la bandeja— ¡qué dilema mi amor! —Exclama ella finalmente y lo abraza.

—Te amo.—Javier la besa en los labios para calmarla un poco, también le hace falta estar con ella y hacerle el amor.

Paula entra de pronto y carraspea su garganta al mirarlos tan acaramelados. 

—Mamá… Papá, estoy de vuelta. Ja, ja.

—Tranquila hija. —Le dice su padre mientras da vueltas por todos lados, luego ellos ríen a carcajadas.

Mariana toma la bandeja para llevar a la antesala y Paula organiza algunas copas de vino para los invitados.

Ha pasado un buen tiempo, e Isabella no ve a Alberto, entonces va en su búsqueda, porque sospecha que esa “amiguita” con la que él vino acompañado es más que una amiga, y quiere desenmascararlo.

Ella va caminando fuera de la antesala  y… ¡Bingo!, lo mira con ella y está abrazándola por la cintura, también besándola.

Isabella no deja que la vea escondiéndose en una esquina para escuchar lo que ellos conversan.

—No te pongas celosa por ella, recuerda mi plan.

—No quiero verte en brazos de Isabella, tú eres mío Alberto.

—Ya deja el drama Alejandra, hago un sacrificio para tener más dinero.

Isabella reflexiona extrañada a pesar de que sospecha de él.

<<¿De qué plan y sacrificio habla él? Es obvio que esos dos tienen algo, y Alberto me engaña haciéndome creer que está enamorado de mí.>> 

Ella decide irse de ahí a toda prisa, y cree que es mejor, él no sepa que lo ha escuchado y visto juntos.

Isabella piensa sobre lo que vio mientras camina para alejarse de ahí.

<<Me ha roto mi ego, yo pensaba que era irresistible, pero veo que no. Menos mal que no me acosté con él, porque soy lista y ya me había dado cuenta de que es enamoradizo.>>

En tanto que Andrew, empieza a dar un discurso.

—Señores su atención, por favor… —Mientras habla, alcanza a ver a Isabella que pasar apresuradamente hacia la puerta de salida, enseguida su madre la sigue. <<Seguro que tiene algún capricho.>> Piensa el luego sigue hablando. —Bienvenidos sean todos…

Victoria, que la mira pasar apresuradamente hacia la salida, va detrás de ella hasta que salen fuera.

—¿Isabella, donde vas?, tu hermano empieza a dar el discurso… —Ella no le pone atención y sigue caminando. —¡Te estoy hablando…! —Le grita finalmente al ver que no le hace caso.

—Tranquila mamá, sí. Voy a respirar aire fresco.

—¡Ay-y, qué muchachita está! —Exclama Victoria con coraje sacudiendo sus manos, entonces vuelve a la antesala.

Mientras, Isabella va pensando.

<<Es mentira, no es aire fresco, voy a buscar al chófer para que me saque de esta celebración llena de hipocresía. Sé que mi hermano no ama a esa mujer y también quiero estar lejos de Alberto.>>

De pronto ve a su hermana Mariana que va hacia la cocina. 

—¿Dónde está Gonzalo? —enseguida le pregunta. 

—Fue a la habitación a descansar, porque seguramente la señora Victoria querrá marcharse mañana.

—Está bien, Mariana.

Rápidamente, ella se dirige a las habitaciones de empleados

Isabella abre la puerta y entra sin tocar, esperando encontrarlo desnudo. <<Este hombre ha hecho que me ponga morbosa o ¿yo soy así…?>>

Piensa ella toda confusa.

Gonzalo se asombra al verla entrar, mientras está tumbado en la cama. 

—Otra vez entra si tocar, tendré que poner seguro a la puerta, señorita Isabella.

—Hoy sí que está vestido, vámonos de aquí ahora mismo.

—¿Pero hacia dónde? Su hermano está dando el discurso, están en plena fiesta.

—¡Te digo que nos vamos a cualquier lado, y no proteste!—Le habla muy alterada. Es obvio, y es por lo que ella vio anteriormente, a su pretendiente Alberto con otra mujer.

—Está bien señorita, si es lo que quieres, vamos.

Él se levanta y se marchan de ahí.

Victoria los ves cuando van a entrar a la camioneta.

—¿Isabella que haces? ¿Hacia dónde vas? —Dice trotando detrás de ella.

Gonzalo le abre la puerta. 

—Lejos de tanta hipocresía, mamá. ¿No ves que, Andrew, no amas esa mujer? —Contesta ella y entra al vehículo.

—Lo sé, pero es mejor para que él no este de mujeriego. —Le responde su madre, mientras Isabella está dentro. Victoria le encarga a su hija al chófer.—Cuídala, Gonzalo.

—Sí, señora Victoria. —Solo se abstiene a decir él.

Él inicia la marcha del vehículo y se pierden de la vista de ella, quien queda preocupada y angustiada por su hija.

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