— ¡Quieto millonario, no quiero dañar la alfombra con sangre! - su pulso se dispara y se entrecorta la respiración frente a las alarmas encendidas en su cabeza.
Observa a Elena, su rostro está manchado por las lágrimas que aun brotan de sus esmeraldas y el pecho de Owen duele al verla tan desprolija y asustada. Se reprende por haber siquiera pensado mal de ella, al parecer se ha equivocado más con ella que con cualquiera en toda su vida y ahora estos idiotas vienen a robar para hacer las cosas más dificiles entre ellos.
— ¿Qué quieren? si buscan dinero, aquí no lo encontrarán - dice enojado mirando el sujeto que lo apunta con el arma.
De repente cae en la cuenta de que se encuentran en peligro y siente un frío recorrer su espina dorsal, el miedo lo golpea y comienza a transpirar, su respiración entrecortada amenaza con asfixiarlo, y al mirar a Elena a merced del sujeto que la observa como si fuese algo comestible esta al borde de lo
—¡Sácalo del auto Rolland y que nadie lo toque! – el pulso de Owen Black se dispara ante el ramalazo de adrenalina que lo atraviesa.—¡Jefe con todo respeto, no creo que sea buena idea! – señala un contrariado Kevin Lancaster, ante la conducta de su jefe.—¿Te pregunté algo Kevin? – mira a su guardaespaldas sin ninguna expresión, este negó con la cabeza sosteniendo el aire, esperando la reacción — Entonces “no” hables – enfatiza el no y su gorila asiente — Trae mis guantes negros Rolland – ordena y el jefe de seguridad obedece.El Magnate se encuentra furioso, advierte el temor de la persona que se encuentra sentada, esposada, amordazada y con la cabeza tapada para evitar que reconozca el lugar; él sabe perfectamente quien es, lo que ignora es el por qué se encuentra con Stefan
—Pero, es tarde él ya debería estar aquí ¿no lo crees? – observa a Kevin con ojos llorosos y expresión de miedo — ¿Está bien, cierto? No está en peligro ¿verdad? – llora en silencio y Harold llama su atención tocando el codo femenino, su rostro se arruga al verlo y se acuna en el pecho del hombre buscando consuelo.—¡Tranquila preciosa, ya vendrá! – la aprieta contra su pecho transmitiéndole fuerza.Ya no se trata del delincuente que fue en su juventud, ahora el empresario Harold Álvarez es uno de los hombres con mayor cantidad de posesiones que a bienes inmuebles se refiere. Un multimillonario escondido tras la careta de una serie de clubes exóticos en la ciudad más emblemática de Nueva York: Las Vegas, apostado en Manhattan por causa de una preciosa chica que tiene empuñado su cora
La noche lo engullía sabiendo que al amanecer tendría que pasar por el proceso policial retenido por su amigo Kevin, sin saber hasta cuándo. Sentado frente a la cama de Elena escondido en la penumbra meditaba acerca de lo que estuvo a punto de hacer y lo acertado que había estado en ese momento su hermano Andrew, la violencia genera lo mismo: violencia. Y Owen Black ya ha tenido problemas de tipo policíaco por su carácter y su forma tan visceral de llevar las cosas que le perturban, al punto de acabar de plano con toda una aerolínea buscando el culpable del desperfecto en el avión que se precipitó al vacío dejándolo sin familia, triste y desolado. Dando pie a peleas de bar y malas acciones recurrentes en plena calle, hoy reflexiona en cuanto a eso, observando la hermosa rubia que se encuentra frente a él en esa cama de hospital y aunque se encuentre fuera de peligro necesita brindarle la protección necesaria porque no podría sobrevivir a otra pérdida.La puerta se a
—¡¿Pero qué coño has dicho?! – chilla llevándose las manos a la cabeza con los ojos desorbitados —¡Eso es imposible, Conrad… él…yo lo llevé a casa! – retrocede instintivamente, negando con la cabeza cayendo en la cuenta del lío en el que se hallaba —¡Yo…Sara puede decirlo! – los rostros de sus amigos se ven apesadumbrados — ¿Qué, que pasa? – pregunta en un gemido, pero ya con lágrimas en los ojos.Kevin niega con la cabeza, a Owen el dolor lo sobrepasa y cae de rodillas. Sabe por el rostro de los chicos que nadie sobrevivió. Su frustración no tiene límites y el dolor lo atraviesa, pensando en que él fue quien los vio por última vez hace más o menos tres días. De repente levanta la cabeza y observa a sus amigos con asombro, se encuentra sentado en el suelo y se arrastra hacia atrás arrinconándose contra la pared.—¡Owen! – Kevin comienza a hablar y el Magnate lo interrumpe.—¡No, no lo digas!
—¡Maldita sea Owen, tapa esa monstruosidad por favor! – grita Harold con falso miedo.—¡Vete a la mierda imbécil! – se recuesta boca abajo tapando su desnudez con enojo, al parecer el descanso no hizo nada bien a su humor. Suspiró creyendo que si dormía, despertaría de la pesadilla.—¡Me alegra que estés de tan buen humor! ¿Sabes? – su amigo sonrió, pero no le llegó a los ojos. Le pareció extraño, pero con todo lo que tenía encima no había lugar para algo más. Aunque fuese Harold.—¡No Kevin, suéltame! – Summer entró a la habitación y sus ojos se cristalizaron de inmediato al verlo, ya llevaba el pantalón puesto —¿Owen? – Erick se echó encima de su padre y esta se deshizo en lla
El traslado a la cabaña se hizo de manera casi clandestina, en realidad era una fortaleza blindada al estilo Ruso; especialmente diseñada por Serguey Ivanov, quien fuera en su juventud un agente del Ejército Rojo Ruso. Muy pocos lo saben, solo Harold y Owen, pero considerando las circunstancias, está seguro que debe dar algunas explicaciones a los hombres que lo acompañan.—¿Pero qué mierda? – Gira Kevin para encontrarse con los ojos celestes de su amigo y una pétrea expresión en su rostro —¿Esta cabaña es tuya Serguey? – asiente con un suspiro.—¡Si amigo, larga historia! – Sonríe sin que se refleje en los ojos —Terminemos de llegar y los pondré al día – todos a
El cordero estaba tan tierno que se les deshacía en la boca, era un verdadero manjar y la combinación entre las patatas horneadas con cheddar y las judías verdes salteadas en aceite de oliva le daban la elegancia necesaria como para que fuese un plato a la altura de un restaurante de lujo en casa. El Pinot Noir hacía juego con la noche y el menú, sin embargo Owen Black apenas si había tocado su plato. La preocupación por su chica le había quitado por completo el apetito y la posibilidad de que estuviese en peligro le nublaba el entendimiento. Era imposible pasar bocado.—¿Entonces eras parte del Ejército Rojo? – interroga Kevin y el Ruso asiente con un dejo de tristeza.—¿Pero es más que eso, cierto? – señala Marck —. Hay oscuridad y dolor detrás de todo eso – asiente —, entonce
—¿En serio Elena, un embarazo? – asiente cerrando los ojos — ¿e ibas a decírmelo cuando? – la rubia suspira cansada de la situación.—Hoy, en este momento, antes de que Yolanda lo escupiera – bufa enojado.—¡Deberías depurar tus amistades! – ella niega incrédula.—¿A que te refieres? – acerca su rostro al de él —. Ella es mi mejor y quizás única amiga, hemos estado juntas desde... – se detuvo al pensar en su desgracia — desde siempre – culmina.—No me interesa, es una metiche – escupe con rabia y ella sonríe con ternura.—Ella solo quiere cuidarme Owen, no lo hace de “mala clase”...—Pues no me importa El