—Ven, Mel, siéntate a comer — dijo Keith tan pronto me vio—. ¿Cómo te sientes?—Un poco mejor — me senté en la mesa con el rostro sumamente avergonzado—. Siento mucho mi espectáculo de anoche, pero en mi defensa, era la primera vez que tomaba tequila.—No le des vueltas, bonita — sonrió ladeado—. No le veo ningún problema que mi novia quiera devorarme cuando ella así guste.—No hables tan fuerte, en cualquier momento Kat bajará. No me gustaría que te escuchara.Su risa me avergonzó de sobremanera.—Verte encima de mi padre fue lo más desagradable que he visto en la vida. No estaba preparada mentalmente para ver su intercambio de afecto — Katie se unió a la mesa, desplomándose en la madera como pluma—. No sé cómo permitiste que bebi&
KEITHTan pronto llegué a casa, un chico que muy conozco a simple vista se encontraba en un debate interno de si tocar el timbre de la casa o no. Resignado y bajando los hombros dio media vuelta estrellándose de frente con mi mirada inquisitiva. Desde un principio Brian me pareció un buen muchacho, además de educado y muy animoso, a pesar de que su auto último modelo le dé una impresión contraria. No sé por qué razón se ve tan afligido, puesto que Kat y él parecían estar solos en el mundo.—Buen día, Sr. Keith, ¿cómo se encuentra?—Hola, Bri. Estoy muy bien, ¿y tú como estas? ¿Estás buscando a Kat? Déjame abro la puerta y… — estaba a punto de abrir la puerta cuando sus palabras
La tarde cayó con rapidez, por lo que con gran ansiedad terminé de peinar mi cabello hacia atrás y rosear un poco más de mi perfume favorito por mi cuello y todo mi pecho. Adoro sentir los suaves suspiros de Mel cada que aspira del aroma de mi perfume mientras la sostengo entre mis brazos. Faltando una hora antes de su salida, fui directamente al orfanato y así poder pasar un poco más de tiempo con los gemelos que apadrinamos juntos. En realidad, son niños tiernos y alegres, además de que me recuerdan mucho mi niñez.Según atravesé los portones de la casa hogar, la madre superiora me dio la cordial bienvenida y me guio hasta el salón de coro. Melanie tocaba una triste melodía, mientras todos los niños cantaban al unísono un perfecto y aterciopelado coro. Las vocecillas tan dulces los hacían ver como ángeles, por lo que la madre superiora se deleitaba al
MELANIELa sorpresa fue tan grande e inesperada que olvidé por un momento todo a mi alrededor. Había dejado de lado el gran sueño de ser maestra de música, puesto que en largos meses no había una respuesta por parte del instituto. Daba por muerta aquella oportunidad, y mi mente se ocupó en otras cosas para no tratar de pensar en lo que no fue. Hace cuatro meses, recién terminaba con Rubén, mi único propósito era irme lo más lejos posible de todo y olvidarlo el dolor de su traición, empezar una carrera al otro lado del mundo y pensar en mí y nada más que en mí...Sin embargo, ahora mi vida ha dado un gran giro que no me esperaba, pero que no quiero que termine nunca. Cayendo de vuelta a la realidad, la emoción y la felicidad de haber sido aceptada en el instituto, se convirtió en un
KEITHTodo termina tarde que temprano en la vida, más cuando se trata de aquel rayo de ilusión que nos llega de un momento para otro. Quisiera gritarle que se quede a mi lado, sin importar que piense que soy un egoísta, pero no puedo arruinar el brillo de felicidad que hay en su mirada. Lo nuestro empezó por casualidad, por lo que, sea como sea que termine nuestra historia, será de la misma forma.Los meses, por más en quise congelarlos, pasaron sumamente rápido. Pensando en la falta tan grande que me hará dentro de pocas horas, el corazón no deja de reñir la razón. Quiero que esté conmigo, pero no soy quién para frenar sus sueños. U partida llegó inminente, arrancándome de las manos una razón para vivir feliz.Anoche pas&e
Después de un día largo y agotador, llegué a casa y me encerré en el despecho a seguir trabajando. No es que quiera volver a una rutina muerta, sucede que mantener mi cabeza ocupada en otra cosa que no sea Melanie, me ayuda demasiado para calmar los nervios que afloran en mí cada que la pienso y miles de cosas cruzan por mi mente.Leyendo pausadamente el contrato de licitación para la construcción de la Srta. Wilson, mi teléfono empezó a sonar. Al ver un número desconocido y, además, extranjero, el corazón estalló dentro de mi pecho de nervios y felicidad. Sintiéndome un completo adolescente tomé la llamada, pero para mi sorpresa, la hermosa sonrisa de Melanie me dejó sin palabras por unos segundos. La luz que da en su perfil, más lo descubierto de su pecho mostrando ante la cámara más de lo que debería. La pluma negra descansando s
Han pasado dos semanas desde la última vez que hablé con Melanie. No porque no quisiera hablar con ella, sino porque no tengo palabras que decirle. No quiero saber la decisión que ha tomado, por lo que me llevaré en unas cuantas horas la sorpresa o la desilusión de una pasión que tal vez nunca debió nacer, pero que floreció en tierra muerta. Mi teléfono celular sonó estrepitosamente, sacándome de una vez más de mis pensamientos.Es la enésima llamada que me hace Melanie, y la misma cantidad que no le respondo. Tuve las inmensas ganas de responder y escuchar su voz nuevamente, pero si lo hago, esta vez no podré contenerme y terminaré diciéndole todo aquello que he retenido desde hace un año. No puedo detener su vida, no cuando yo ya viví parte de la mía. Guardé el teléfono en el cajón del
MELANIEMe detuve a pensar en el tiempo que había pasado y lo mucho que nos habíamos conocido con Keith, aun teniendo la distancia como una filosa daga a cuestas de nuestras espaldas. Cada día nos estábamos acercando más, a pesar de lo lejanos que nos encontrábamos en cuerpos. Aun trato de entender qué fue lo que hice de mal, como para ser tirada hacia un lado, así como así; sin explicaciones sólidas y sin siquiera permitirme pelear por lo que se ha vuelto mi sueño. Realmente pensé que nuestro amor era verdadero y fuerte, que no habría nada que nos separara, pero me equivoqué.Me equivoqué en todo lo que una vez aseguré a ojos cerrados.¿Por qué? Es lo que me sigue martillando la cabeza y el corazón cada que l