Estaba tan concentrada en los números que cuando su teléfono sonó anunciándole un mensaje, casi grita de la impresión que se llevó.
Tomó su bolso y sacó su celular.
Un nuevo mensaje
*SE PUEDE SABER ¿ QUIÉN ERA ESE IMBECIL?, MANTENTE ALEJADA DE ÉL, RITA*
Furiosa se dignó a responder.
*¿Quién diablos te crees Michaell?, no eres nadie para decirme lo que tengo que hacer.*
La respuesta no tardó en llegar:
*SI TE VEO CERCA DE ESE HOMBRE DE NUEVO, LO LAMENTARÁS.*
Rita estaba enardecida. ¿Debería cambiar de número telefónico?
*¡Déjame en paz!*
Aquella respuesta pareció ser la incorrecta, porque el mensaje que llegó la dejó pasmada.
*MALDITA SEA RITA, NO ME PROVOQUES, NO SABES QUIÉN SOY, NUNCA LO SUPISTE REALMENTE Y SI ME RETAS ESTO TERMINARÁ MAL, MUY MAL.*
Rita observó el teléfono sin poder creerse lo que estaba leyendo. ¿se había vuelto loco?, ¿qué le ocurría?, después de todo un largo año, ahora quer
Rita llegó al apartamento con el tiempo justo para alistarse para su cita. . . todavía era extraño asumir que tendría una cita con ese hombre. Se apresuró a tomar una relajante ducha, secar y peinar su cabello. Luego fue al closet y estaba indecisa con qué debía ponerse, no podía terminar de definir qué era lo que debía usar. Al final se enfundó en un hermoso vestido rojo, que realzaba cada una de sus curvas y la hacía sentir realmente hermosa. Estaba casi lista cuando su móvil la sobresaltó. ¡No podía creerlo!-Hola, Rubia.-Hey guapa,¡estoy feliz por tu código verde!, ¿ ya estás lista?-Casi. Hasta que una rubia impertinente, interrumpió mis labores.-Ponte algo hermoso- ignoró su sarcasmo- y usa lencería sexy, seguramente se volverá loco al verla.-Es sólo una cita, Connie- le dijo con voz cansada.-¿Y yo qué he dicho?- su falso tono inocente hizo que Rita rodara los ojos. ¡Connie era insoportable!- ya lo sabes. . . ¡relájate y déjate llevar!
Pasó la mañana trabajando en algunos proyectos, y sacando cuentas, como siempre. Le extrañó que Hugh, no hubiese aparecido hasta ese momento, así que se sintió un poco decepcionada.No entendía qué le estaba ocurriendo con ese hombre, se dedicaba a provocarla tal y como había prometido, se dedicaba a darle besos en el cuello, a rozarla con sutileza y ese beso que le había dado la noche anterior le había arrancado el aliento, era un hombre magnifico, nada más pensarlo su piel ardía enfebrecida.El teléfono de la oficina sonó sacándola de su ensoñación.-Rita Dugarte.-Rita, soy Karen, el señor Scott desea verla.-Hazle pasar- dice con el pulso acelerado.Un minuto más tarde Hugh, entró a la oficina con una gran sonrisa.-Hola, hermosa- le saluda.-Hola, hermoso- le responde conteniendo la risa.-¡Oh!, ¡pero qué buen humor señorita Dugarte!-¡Muy bueno!- responde sonriendo.-¡Supongo que tuvo buena noche!- la sonrisa Ir
Rita. . .Llego a casa completamente agotada, fue una verdadera sorpresa saber que Hugh y yo viajaremos a Cancún, aún pienso que el mismísimo Hugh, tiene mucho que ver en esto, pero no estoy ciento por ciento segura, sospecho que se puso de acuerdo con Adam, pero en fin, ya veremos, tampoco es que es mala idea estar en un lugar paradisiaco acompañada de Hugh, de hecho es fantástica.Me dirijo a tomar una ducha que relaja todos los músculos de mi cuerpo, es sencillamente maravilloso poder sentir que el agua se lleva todo el estrés de mí. Salgo de la ducha envuelta en un delicado albornoz, seco todo mi cuerpo, me aplico una gran cantidad de crema hidratante y voy a la pequeña sala. Busco en mi bolso hasta dar con mi celular, marco el número y espero. Al tercer repique me atienden.-Hola, hermosa.-¿Qué tal tu día pelirroja?-Bastante bien - dice Gillian, con su hermoso y dulce tono de voz - muy tranquilo.-Que bien Gil, mi día agotador. Despué
Rita, llegó temprano como siempre a la oficina y todo parecía normal hasta que la secretaria de Adam, llegó corriendo y con cara asustada.-¿Qué sucede?-Yo. . . . el señor White, está encerrado en su oficina, le llamo y no quiere abrir la puerta y. . .hay mucho ruido allá adentro, pareciera que está destrozando la oficina.-¡Vamos!- le respondió Rita, caminando apresurada a su lado, rogando a Dios que no fuese otro ataque. Tenía mucho tiempo que no tenía uno.-¡Adam, Adam soy yo Rita!- le gritó golpeando la puerta- ¡Adam, abre por favor!, ¡Vamos cariño, déjame pasar!-¡No!- su voz sonaba estrangulada.-¡Abre Adam, bien sabes que no me iré hasta que abras la puerta!-¡Vete, por favor!- aquello parecía un gemido.-¡No me iré!, ¡Adam, déjame pasar!Pasaron algunos minutos en los que Rita golpeaba y le pedía a Adam, que le dejara pasar. La secretaria se había retirado asustada sin saber qué hacer. Así que Rita era l
Nada es más reconfortante, que llegar a casa después de un largo y agotador día. Rita, se saca los zapatos de tacón y se deja caer en el sofá. Aunque hoy es jueves, las chicas vendrán para compartir un rato, al día siguiente Rita y Hugh, se irían a Cancún, con la finalidad de analizar el proyector que Adam, quería que ellos evaluaran.Según Rita, aquello parecía una excusa para enviarlos lejos, ya que ella podía hacer ese análisis sola, o Hugh, por su parte, por lo que analizada la situación, entendía que posiblemente Hugh y Adam, se hubiesen puesto de acuerdo para propiciar esta salida donde se encontrasen solos y lejos de todo. Quizás fuese un poco paranoica, y nada de lo que pensaba estuviese ocurriendo, debía reconocer que tres días en Cancún con Hugh, era un sueño hecho realidad. Obviamente trabajarían, pero de seguro tendrían también tiempo libre para aprovechar de la estadía en tan paradisiaco lugar.Una hora más tarde, terminaba de preparar algunos aperitiv
Llegaron al lujoso hotel donde se alojarían por los próximos tres días. Rita esta maravillada ante tanta belleza, La playa quedaba a escasos metros, seguramente tendrían un momento para ir a visitarla, aunque fuese de noche, lo cierto era que Cancún, era más hermoso de lo que Rita, se hubiese imaginado. Hugh, estaba sonriente, parecía relajado y contento. Rita, quiso besarlo pero contuvo el impulso.La recepcionista les dio las llaves correspondientes a sus habitaciones y s e aseguro de que le subieran sus equipajes. Hugh, la acompañó hasta la puerta de su habitación, pero se detuvo sin intenciones de entrar. Rita, quiso gritar de frustración. ¿hasta cuándo la tendría en aquella absurda situación?, era más que obvio que lo deseaba con desesperación, que su piel ardía al tenerlo cerca y su cuerpo se quejaba al verse privado de sus caricias. Eran dos adu
Hugh, la tomó entre sus brazos estrechándola con fuerza, permitiéndose recrearse en la dulzura de la femenina boca, pensando en que Rita, sabía muy muy bien.La llevó hasta la amplia cama y juntos cayeron sobre el suave colchón. Hugh, abandonó la boca y se dedicó a recorrer el camino del cuello, mientras Rita entreabría la boca para dejar escapar suaves gemidos de placer. Con sus grandes manos la recorría haciéndola estremecer.-Hugh. . . – gimió Rita, sintiendo que el placer que le proporcionaba con solo tocarla era superior al que había experimentado en toda su vida.Él se dedicó a desvestirla con una tortuosa lentitud, dejando besos en cada centímetro de piel que descubría.-Eres hermosa- le susurró- eres hermosa, Rita.Hugh, deslizó la lengua entre el valle de sus senos y Rita, gimió retorci&eac
Después de aquella maravillosa noche, no podían esperar sino una igualmente, maravillosa mañana y un maravilloso día.Luego de despertar gracias a los besos y caricias de él, se habían duchado juntos y habían decidido ir a la playa, para ella fue muy divertido ver como miraba con odio a cada hombre que intentaba si quiera acercarse y que además, solía amenazar a aquellos que la miraban con lascivia.-Oye idiota, vuelves a mirar así a mi mujer y te juro que te rompo los dientes.Después de decir aquello la había tomado de la cintura y se habían dirigido al mar. Rita, había reído feliz de sentirse protegida, él era un hombre maravilloso, y estar en sus brazos había avivado en ella no sólo la llama de la pasión, sino también la del amor. Ese amor que creyó que jamás volvería a experimentar, pero allí estaba; amando a Hugh Scott, un hombre maravilloso que se había metido en su vida sin pedir permiso, que la había llevado al límite de la pasión y el deseo, un homb