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Los días pasaron y Caesar se la pasaba en su oficina. No podía decir nada, ya que en parte era mi culpa que él estuviera trabajando el doble. Así que hice algo que tal vez le ayudaría un poco.

Yo había llamado a Agustín para que me diera un par de clases de cocina, y también para que me ayudara a hacer la cena de hoy.

— Eres horrible en esto, es mejor que compres la comida ya preparada — Me dijo mientras me veía picar unas verduras.

Yo dejé el cuchillo a un lado y lo mire.

— Se supone que estás aquí para enseñarme — Le recordé.

— Eso lo tengo en claro, pero existen personas que no se les da bien y desgraciadamente tu eres una de ellas, mejor déjame a mi terminar esto — Me dijo.

Yo me encogí de hombros y lo deje terminar lo demás, observe como cocinaba, era un poco sorprendente, era una lastima que no se me diera, pero iba a poner de mi para al menos poder preparar algo bien.

Después de que Agustín termino, él se despidió y se fue, yo empecé a arreglar la mesa donde iba a cenar con Cae
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