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Es sábado 26 de diciembre, Karla cumplió sus 19 años, ayer viernes 25, y antes de ayer celebramos la cena de Navidad todos juntos.

Me sentía más triste que nunca, porque Karla aún no me dice que me ama, pero ella ni lo nota o no le importa.

No la he besado, ni tampoco la he buscado, estoy encerrado en mi habitación, pero a ella no le interesa, solo soy yo él que necesita sus besos y amarla siempre.

En la empresa dejé todo en orden, para poder estar ausente más de una semana, Marcos está a cargo de cualquier eventualidad que se presente.

No aguanto más y decido ir a buscarla para conversar por última vez antes de casarnos, aun sabiendo que posiblemente no estaremos de acuerdo.

Voy a la cocina y ella no está, entonces sigo hacia el pasillo que va hacia el patio trasero porque escucho ruido del agua que cae del grifo.

—Karla ven, hablemos. —Le digo cuando ya estoy en el área de lavado— ¿Por qué está lavando las vestimentas?

—Ah, se te olvida, es que soy una sirvienta