Mariana llegaba a su mansión, no era tan grande como la mansión Ferreira, pero era muy hermosa tenía un gran jardín con bellas flores de colores, una fuente al frente, estaba hecha de los mejores materiales importados de todas partes del mundo

El mármol, el granito, el cedro, muebles italianos, Mariana tenía un excelente gusto y su hogar lo decía a gritos

La mujer estaba decaída, le habría gustado tanto seguir eso que se había dado entre ella y Fabio, era tan agradable, tan atractivo, tan perfecto, pero había sido novio de Violeta, ella la veía como su verdadera prima, no podía enredarse con el hombre que una vez ella amó

— ¿Por qué tengo tan mala suerte? ¿acaso no merezco ser feliz? Mariana se metió a su cama mientras una lágrima rodaba por su mejilla, por si eso no fuera suficiente, el teléfono le timbró en ese momento, el número era desconocido, pero podía ser alguno de los socios de la compañía, así que decidió contestar

— ¿Si, diga?

— Mariana, soy yo, Braulio, quiero decirte que