Hoy se festejaba día de Halloween en la escuela. No era treinta y uno de octubre, pero sí un día antes.
Me encontraba tirada en mi cama con mis extremidades completamente separadas. Básicamente estaba acostada en forma de estrella pensando en si ir o no ir a la fiesta de Halloween que estaba organizando la escuela.
Los últimos días, después de mi cumpleaños y el beso que habíamos tenido Evan y yo, todo había sido completamente normal; Evan se comportaba conmigo igual que antes, pasábamos juntos la mayoría del tiempo, como antes. Quería tocarlo y que él me tocara a mí, pero no podía hacer nada si él no quería.
Evan quería que yo fuese a la fiesta y lo acompañara, ya no había problema por Ruby y por su novio, ya todo estaba solucionado por lo que no había problema alguno. Y yo sabía eso, pero había cierto temor en mí y es que ellos tuviesen algún plan macabro y solo se estuviesen burlando de mí. De igual forma ni disfraz tenía.
La respuesta ya est
Me levanté de mi puesto apagando el televisor y fui a mi habitación a ver qué me podía colocar y ese era el problema ahora, no sabía qué vestimenta podía colocarme en un cuerpo tan delgado. No tenía un gran físico, mis caderas, piernas y cinturas no eran tan marcadas, tenía un abdomen plano y cuerpo casi llegando a los huesos. Mi contextura no era así porque sufriera de algún trastorno alimenticio, había algunas veces que no comía, pero no por gusto, sencillamente se me olvidaba, sin embargo, eso no se puede llamar como tal. Tal vez un disfraz de vaquera no se vería mal, tenía la mayoría de las cosas que lleva un disfraz de vaquera, menos el sombrero. Llegué al cuarto de mi padre, a lo mejor él tenía un sombrero o incluso alguna decoración para mi disfraz. A papá no le gustaba que yo entrara a su habitación a menos que él me diera el permiso, pero no estaba ahora mismo en casa así que daba igual. Abrí la puerta del closet, mi padre tenía más ropa que
A pesar de tener menos de veintiséis grados encima mi cuerpo sudaba. Las sabanas se pegaban a mi cuerpo haciendo que no pudiera moverme con comodidad. Quité la sabana que cubría mi cuerpo tirándola hacia un lado, pude ver que cayó al piso. Me levanté abriendo los ojos de golpe. El no poder dormir me enfurecía. Miré mi cubre camas y estaba manchado por un color oscuro. Me había llegado el periodo. Salté de la cama para ir a cambiar mi ropa interior y lavar a esa hora de la madrugada. Al principio el foco del baño molestaba mis ojos, por lo que decidí tenerlo así un rato hasta que se normalizara. Abrí la puerta en donde tenía todo tipo de productos para el aseo personal, desde cremas hidratantes, exfoliadoras y demás. Nunca utilicé de hecho, quería hacerlo, pero se me olvidaba que tenía de esos en mi baño. La mayor parte del tiempo la pasaba estudiando, viendo I*******m, organizando mi habitación o viendo televisión eso hacía que se me olvidaba aplicarme esos productos
No dejamos de bailar hasta el ultimo segundo de la canción. Cuando nos dimos cuenta de lo que estaba sucediendo ya estábamos en nuestro propio mar rojo. Yo me tiré en la cama para volver a tomar aire, Evan siguió mis pasos. Yo lo volteé a mirar para sonreírle, bailaba tan bien o quizás mejor que mis pensamientos. Después de tomar el suficiente aire Evan se volteó posando su cuerpo hacia mi dirección. ─ Ambrosía, eres tan hermosa que es fácil admirarte a la distancia… ─ Empezó mirándome directamente a los ojos hundiéndome en ellos. No era azul, ni verdes y mucho menos grises, eran negros lo que causaba cierta fascinación en mí Estiró su mano hacia mi cuerpo justamente en mi brazo que estaba descubierto, sólo tenía una blusita de tirantes. ─ Eres tan suave… ─ Continuó. Su mano bajaba de un lugar a otro sobando lentamente esa parte, me causaba cierto cosquilleo en esa zona, pero era tan agradable que me gustaría detener el tiempo y que él
Evan se fue al amanecer. No estuve consiente cuando se fue, sólo me dijo “Descansa linda” un beso en la frente y salió de casa porque sentí la puerta cerrar, ni si quiera me importó si había dejado la puerta mal cerrada, sólo quería dormir, estaba muy cansada y simplemente quería dormir. Me había gustado mi Halloween; Los toques de Evan, los besos y las miradas fueron los momentos que mi mente capturó porque cada vez que cierro los ojos aún puedo recordar su lengua jugando con la mía, sus acaricias y las miradas penetrantes. Evan me había hecho sentir especial de todas las formas en las que una persona se puede sentir especial. Me hizo sentir como la estrella más radiante e importante del universo. Me trató como la flor más bella y la mariposa más débil. Me hizo sentir como el color más hermoso que el ser humano puede apreciar e incluso el cuadro más artístico que alguna vez un pintor vaya a crear. Me enseñó que la noche no sólo se disfruta durmiendo. Evan me adoró y yo lo a
─ ¿Cómo te ha ido en la escuela, Ambrose? ─ Él se levantó de su sitio y se acercó hasta donde mí, no me dio ningún abrazo como yo pensé que lo haría, pero la pregunta era igual de asombrosa. ─ Pues bien, ¿Por qué tardaste tanto en llegar? ─ Pregunté tirando mi bolso al sofá acercándome al grifo para beber un poco de agua. ─ ¿Quieres agua? Yo te la doy. ─ Quitó el vaso de mis manos para echarle agua al vaso y hielo. Estaba empezando a dudar que mi padre estuviese en una junta de trabajo. ─ Gracias. ─ Respondí extrañada. ─ Estaré en mi habitación. ─ Está bien. Saqué mi ropa y me metí a la bañera cuestionando todos los comportamientos de mi padre. Era muy amable, servicial, gentil y atento, cuatro cualidades que hace unos días no tenía. A lo mejor sólo me estaba comprando o algo malo tramaba. Me sumergí completamente al agua para evitar los malos pensamientos, quizás sí había cambiado porque había recapacitado el mal trato que tenía hacia m
Pasé en mi cuarto todo el resto de día, me mantenía aterraba el simple hecho de encontrarlo allá abajo sabiendo que tenía un arma en disposición, y que mi padre en un ataque psicótico como hace rato, llegase y me matara. Aún pensaba lo especial que sería mañana y que tanto lo podría disfrutar. Para mí ir con Evan era toda una fantasía, lo amaba, en todo el sentido de la palabra. Se hicieron casi las diez de la noche, tenía hambre y sed, podría morir por deshidratación y no en manos de mi padre, de igual forma el pensar que mi padre podría matarme era una exageración. Encontré a mi papá plácidamente sentado en la mesa distrayéndose con su teléfono. Al escuchar los pasos de bajar las escaleras se volteó encontrándose conmigo. Él me sonrió volviendo su atención hacia su móvil. Lo volví a ignorar y llegué hasta el refrigerador para beber agua y después buscar algo que tomar. ─ Ambrosía, te he preparado una avena y he comprado las galletas que te gu
Caminábamos por en medio de la calle. Por este sitio y a esta hora era muy raro ver cruzar automóviles, generalmente se veían personas. Las calles por el día de hoy se notaban medio solas, como estábamos en invierno hacía bastante frio y por suerte este vestido me cubría bastante bien. ─ ¿Cómo ha estado tu mamá? ─ Cambié la conversación. ─ Relativamente bien. Ha estado medio sobria estos días. ─ Informó. Pero, aunque su madre haya estado “bien” no significaba que le gustara hablar sobre eso. ─ Te entiendo. Mi padre se comportó muy raro estos días, pero ya nada es igual. ─ A veces parecía como si el destino hubiese mandado a Evan para sentirme acompañada y no una desafortunada que tiene una vida de m****a, pero con él me sentía acompañada y comprendida. ─ ¿Y dónde está? No lo vi cuando llegué, quiero conocerlo. ─ Preguntó. ─ Se fue de viaje, pero esta vez con unos amigos y me dejó un sobre de dinero. ─ Respondí con desagrado. Él
Habían pasado más de tres semanas desde el baile que había hecho la escuela y el “Viaje repentino” que había tenido mi padre, porque nunca regresó. Menos mal que creí su débil perdón y sus acciones llenas de gentileza, que era sólo para manipularme e irse con su otra familia, si es que la tiene. Por eso me regalaba dinero, para él poder irse sin ningún arrepentimiento. Evan tampoco me visitó desde la última vez que nos vimos, le escribí por F******k, pero no le llegaban los mensajes, intenté llamarlo, pero salía correo de voz, cada segundo hasta el día de hoy. No había podido dormir en dos días, cerraba los ojos y me dormía, pero el tiempo era poco, menos de treinta minutos. Mi sueño fue disminuyendo mientras pasaba el tiempo; los primeros días dormía más que demasiado, los siguientes las ganas de dormir cada vez eran flojas hasta ahora que sólo dormía unos minutos. No tenía muchas cosas que hacer, dentro de poco era navidad e intenté decorar la casa, tal y c