LA MASCARA DEL ENEMIGO

ALESSIA

El rojo vino me queda divino, el vestido se amolda a mi figura dándome ese toque elegante que Erick tanto quiere ver en mi cuerpo. El hombre no permitió que pagara yo mi vestido simplemente me dio su tarjeta y la orden de comprarme el que yo quisiera y el que más le gustara a él o el que más le permitiera el mejor acceso a esos lugares prohibidos.

Y ahora aquí estoy, parada frente al espejo viéndome como toda una diosa, Isabel tiene razón soy una maldita diosa provocadora, el escote profundo que tiene el vestido de seda le da una hermosa vista a una parte de mis pechos, una abertura en un muslo deja ver mi pierna bien definida, el hermoso diseño en la parte trasera deja ver la piel de mi espalda y los finos tirantes de brillantes le dan el toque de glamour al atuendo, quizás no esté tan elegante como quieren pero si estoy malditamente buena y con eso basta.

-Señora – entra Doménico el estilista con una caja mediana y una de terciopelo pequeña en sus mano