Paso un par de horas cuando tocaron a la puerta, era la sirvienta, ella es la única que se atrevió a venirme a ver y a ella la respeto y la adoro, se ha comportado como una madre, incluso me ha aconsejado y ha escuchado mis problemas desde que era una niña, me levanté de la cama y caminé hacia la puerta, abrí un poco y al verme, me sonrió de forma maternal mientras me enseñaba una charola con comida, antes de dejarla entrar, asomé la cabeza para ver que no había nadie y al cerciorarme de que solo éramos ella y yo, la tomé de la muñeca y tiré suavemente de ella para que entre rápido, está acostumbrada a mis actitudes raras y se limitó a reírse.

—Mi niña ¿Por qué estás tan molesta? Nunca antes te habías puesto así de mal cuando se trataba de un evento de tus padres.

—Mi madre siempre quiere ser el centro de atención de todos, ella quiere quedar como la madre preocupada y amable ante todos sus amigos y conocidos, cuando en realidad, es una perra que deja abandonada a su hija a su suerte,