Se queda quieto, esperando que ella se acostumbre a su tamaño, ya que su miembro no es como el de algún humano ese tiempo tarda un poco más.

- Be-bebé muévete, por favor. – Le pide al borde de su éxtasis.

- Lo que ordene mi Reina. – La toma con fuerza por las caderas y va moviéndose lento y algo constante... Después de un rato parece no ser suficiente para ambos.

- Amor más-más rápido.

- Claro mi amor.

Aumenta la velocidad y fuerza de sus embestidas dejándolos a ambos casi sin oxígeno. Es lo más rico que pueden sentir, tanto placer y amor obtenido de la persona qué más aman, es invaluable.

- Estás tan estrecha mi amor. – Ella gime ante sus palabras y él gruñe por su gemido.

Después de un rato en la misma posición, ella se siente cansada mientras que él puede seguir en la misma posición hasta el amanecer, es un Toro casi imposible de parar.

Gime aun con las embestidas de su esposo en movimiento. – Mi-mi amor, quiero ir arriba, por favor.

- Claro nena.

Cambian de posiciones sin separars