De pie desde la puerta, Mónica y William observaron el interior de la suite. —Le dije a Jasmine que esto no era necesario. —La luz era tenue. Desde la puerta hasta la cama se extendía una alfombra roja con pétalos de rosas a los costados y algunas velas. sobre la cama había también pétalos de rosas que formaban un corazón. Y globos rojos en forma de corazón también. —¿Porqué? A mí me gusta. —Musitó William. —Lo sé, se ve hermoso. Pero estas velas pueden provocar un incendio —William recordó algunas de sus noches de las últimas semanas. Mónica se había despertado llorando al tener pesadillas. No necesitaba más respuestas para darse cuenta a que era a lo que ella más temía. Su esposa aún no había superado lo del incendio. Lo menos que quería era que esos miedos le afectaran, impidiéndole ser completamente feliz. Dejó la maleta a un lado y se giró hacia ella para tomar su rostro. En ese momento se prometió que borraría cualquier rastro de lágrimas. —Mírame —dijo él— No tienes que tem
William tomó la mano de su esposa mientras iban de regreso al aeropuerto para regresar a casa. Mónica levantó su cabeza para verlo y le sonrió o, al menos lo intentó. Venían de asistir al funeral de la hija de su amiga Ross, en Wellington. La pequeña había fallecido después de algunos días de nacida. La noticia la había puesto muy triste. William sabía que su esposa era muy sensible cuando se trataba de los niños, pero Mónica había estado con Ross en ese oscuro momento de su vida, al igual que Jasmine. Al llegar a casa en Pyes Pa, fueron directo a la habitación de su hija. A esa hora, la niña ya dormía en su cuna, y estaba muy segura. —Recién se durmió. —Les anunció la niñera antes de dejarlos a solas con su bebé. Habían pasado tres años desde su nacimiento. Diana, así la habían llamado. Su hija era una mezcla de ambos, pero el color de sus ojos eran color verde miel, algo curioso, porque en sus familias no había nadie con los ojos verdes. Quizás provenía de algún antepasado. Móni
El primer instinto de Mónica fue Correr y ocultarse de él en algún lugar, esa era la mejor idea que pasó por su mente, pero su cuerpo decidió no obedecerle justo en ese momento. Parecían como si sus pies estaban plantados en el suelo y tampoco podía quitarle la vista de encima.Aún mantenía una pequeña esperanza de que estuviera equivocada y que solo fuera su mente jugándole una mala broma.Muchas veces se había preguntado si algún día lo volvería a ver. Se había respondido a sí misma que: «Eso era imposible». Ahora existía la posibilidad de que esa persona estuviera justo frente a ella.Se recordó que debía respirar e hizo un esfuerzo por mantenerse imperturbable. Esperaba que pudiera lograrlo.El hombre al que no creyó volver a ver posó su mirada en ella. Solo lo había visto una vez, sin embargo, eso había sido suficiente para no olvidarlo, en especial por lo que ocurrió entre ellos. En cuanto sus miradas se encontraron sus dudas se esfumaron, era él. Aún después de dos años, podía
—No sé de lo que habla señor. —Susurró lo más bajo que pudo, pero se aseguró de que él la escuchara. Él aún sostenía su mano, y trató de ignorar todas las sensaciones que corrían por su cuerpo con solo su tacto— Ahora si me disculpa, debo seguir con mi trabajo —Mónica tiró de su mano y se dio la vuelta tan pronto se liberó de él.—Está todo bien? —preguntó Jacob, uno de sus compañeros. Él siempre había sido muy amable con ella.—¿Ah? —Él la miraba con curiosidad. Le tomó unos segundos procesar su pregunta, sus pensamientos al parecer iban lentos— Oh, si —respondió y continuó su camino.Le informó a Alina, otra de sus compañeras, que se tomaría unos minutos para ir al baño. Necesitaba recuperar su firmeza, no entendía porque se había puesto así. No debió fingir que no sabía de qué hablaba, solo tenía que disculparse una vez más. Se miró al espejo, se mojó las manos y luego se las pasó por su cuello. Acomodó su uniforme y su cabello. Después de tomar una respiración profunda, decidió sa
Decir que no estaba sorprendida por lo que acaba de escuchar, era una mentira. Ahora podía entender lo sorprendido que debió de estar él cuando ella lo abordó de la nada y le pidió que fingiera ser su novio.Un pensamiento se le vino a la mente.—Está jugando conmigo ¿Cierto?—Nunca me atrevería. —Ella entrecerró sus ojos. Aún no creía que estuviera hablando en serio.—¿Entonces, porque me pide algo como eso, sin siquiera conocerme?—¿Por qué? ¿Qué tiene de malo? —Preguntó con inocencia— Tú lo hiciste —Era un hecho que él estaba tratando de molestarla.—Mi situación era distinta y usted lo sabe.—¿Y quién dijo que la mía no lo es?—Disculpe, pero no entiendo.—Tomemos algo mientras te cuento de que va. —Ella lo pensó unos segundos. Bien podría rechazar su oferta, darse la vuelta e irse. Pero, aunque quisiera negarlo, le debía un favor. Escucharía lo que tenía que decir y decidiría después que hacer— ¿Vamos? —Cuestionó él luego de que ella no respondió.—Está bien.Caminaron por la ace
—¿Mónica? —Su compañera tocó su hombro al no recibir una respuesta de su parte cuando la había llamado la primera vez.—¿Sí? —dijo sobresaltándose por lo inesperado que había sido eso. Se había quedado absorta en sus pensamientos desde hace varios minutos. La noche anterior apenas había podido dormir pensando en todo lo que le había ocurrido en los últimos dos días.William había llegado a poner su mundo de cabeza y ni siquiera se había involucrado con él de manera sentimental.—Creo que la mesa ya está más que limpia. —Dijo la chica con una sonrisa divertida en su rostro.Ella observó la mesa.—Tienes razón.—¿Sucede algo? —preguntó Alina. Aún mantenía la sonrisa en su rostro, pero su tono fue un poco más serio.—¿Qué? no, todo está bien —Su compañera no insistió. No eran tan cercanas como para compartir con ella lo que realmente pasaba por su mente.—Si quieres ve por tus cosas. Yo terminaré de cerrar.—De acuerdo, gracias.Entró a la habitación que tenían disponible para ellas y se
Mónica se observó en el espejó, por tercera ocasión o, quizás cuarta. No estaba segura del atuendo que había elegido ponerse para ese día, pese a que William le había dicho que podía ir de manera casual. Aunque era una reunión de negocios, estarían en una casa de campo.Se había puesto unos pantalones largos, una blusa blanca un poco holgada que dejaba al descubierto uno de sus hombros y unas botas cortas de color marrón. Se estaba debatiendo en si usar una blusa de otro color o no cuando su teléfono le notificó que tenía una llamada.Miró la pantalla y se sorprendió al ver que el identificador mostraba la palabra «cariño», por supuesto que no recordaba haber tenido un contacto con ese apelativo. Solo pudo haber sido…—William —musitó antes de contestar.—Estoy abajo —dijo él.Tenía tantas ganas de dejarlo esperando y esconderse en su departamento por el resto del fin de semana, en lugar de hacer lo que estaba pensando, dijo:—Voy en un minuto.Sin más tiempo para decidirse por otra p
El señor Hazlett se colocó de pie. William y Mónica no se movieron de sus lugares.—Oh, cariño —dijo Lukas.—Buenos días, papá —Ella lo abrazó y le dio un beso en la mejilla.—No esperaba verte tan temprano. —Lukas habría preferido que su hija continuara en su habitación. Aunque, quizás era mejor que ella enfrentara la realidad de una vez.—Tenemos visita —musitó posando su mirada en William y luego en Mónica.A ella no le pasó desapercibido su análisis mientras la recorría con la mirada. ¿Y si la reconocía del restaurante? Por supuesto que ya tenían una excusa por si eso sucedía, pero prefería no tener que recurrir a eso. Ya estaba fingiendo ser la novia de William y esperaba que esa mentira no llevara a otras.—Sí, le debía una reunión al señor Green y decidí invitarlo a desayunar.—Señorita Hazlett —Dijo William, esta vez se colocó de pie y Mónica nuevamente lo imitó, en especial porque aún él la sostenía de su mano.Livvie observó sus manos unidas y su ceño se frunció.—Entonces e