Ammy siempre había sido altanera conmigo, incluso ahora que necesitaba ayuda.Cuanto más arrogante se ponía, menos ganas tenía yo de ayudarla. La desesperada era ella, no yo. Si quería esperar, que lo hiciera.Nuestras camionetas bloqueaban la entrada del vecindario, y los cláxones empezaron a sonar. Algunos conductores bajaron para ver qué pasaba, y un guardia de seguridad corrió a intentar calmar el caos.Ammy, de pronto cambiando de actitud, se dirigió al guardia con voz suave:—Lo siento, estacioné mal y causé problemas. ¿Podrías ayudarme a mover el coche?Era impresionante cómo su tono podía pasar de frío a cortés en un segundo.Miré a mi alrededor y vi el coche de Sebastián estacionado a lo lejos.Todo tenía sentido ahora.Después de que Ammy movió su coche, yo conduje hacia el interior del vecindario, reduciendo la velocidad como siempre.Apenas aparqué, vi a Ammy corriendo hacia mí.A pesar de lo incómoda que debía ser la situación, vestida con un impecable conjunto azul turque
—Tú eres la editora de la revista. Tienes los recursos para exponer a los padres de Sara. Durante años la maltrataron, la explotaron y la despreciaron solo por ser mujer.—Hay muchas familias que prefieren a los hijos varones. Las mujeres, si se esfuerzan lo suficiente, pueden librarse de su familia. No veo cómo esa historia me ayuda en lo mío —respondió Ammy, con una mirada fría.—Escapar del hogar no es tan fácil como parece. Para algunas personas, la familia es una pesadilla. —La miré fijamente, esperando que lo entendiera—. Tú llamaste a los padres de Sara para traerlos a Ciudad de México. Ahora te están causando problemas a ti. La gente adora las historias de injusticia. Si escribes sobre los abusos de los padres de Sara desde tu perspectiva, podrías ganarte la simpatía del público.—¿Quieres que me convierta en la villana de la historia? —replicó Ammy, con una mezcla de escepticismo y enojo.—Si reconoces tus errores, la gente te dará una segunda oportunidad. Y, en comparación co
Tan pronto como se publicó el video, otra ola de críticas cayó sobre Ammy. Los comentarios eran cada vez más crueles.Ammy tuvo que restringir las respuestas en todas sus cuentas privadas, y hasta la página de la revista comenzó a verse afectada.Llevar las redes sociales de Voces Latinas había requerido tiempo y esfuerzo. Ahora, la sección de comentarios estaba inundada de insultos hacia Ammy. Le exigían que se arrodillara ante sus padres y les pidiera perdón, y muchos amenazaban con boicotear la revista si no la despedían. Si esto continuaba, la cuenta terminaría cerrada.Para protegerse, la revista no tendría otra opción que seguir las demandas de los internautas y despedir a Ammy.Ella seguramente estaba al borde de la desesperación.Tras cepillarme los dientes, me preparaba para descansar cuando sonó el teléfono. Era Ammy.—Envíame el material —dijo, cortante.—Dame tu correo. Te lo mando en cuanto colguemos.Incluso en apuros, Ammy no perdía su altivez. Me pedía el material como
—Solo estás contando la verdad. Siempre habrá críticos detrás de un teclado. No te pongas a su nivel. Lo importante es que encuentres un trabajo y sigas adelante con tu vida.Hablar con Sara siempre me dejaba con una sensación de melancolía. Su mundo parecía estar rodeado de personas tristes, y ella se escondía entre ellos, lamiendo sus propias heridas.Quería sacarla de ese ciclo, pero temía no tener la fuerza o las herramientas para hacerlo. Forzarla podría ser peor.Lo único que puedo hacer es estar aquí para ella, sin interferir demasiado, ayudándola en lo que esté a mi alcance.…Al día siguiente, el periódico con la historia de Sara se publicó, aunque con su nombre cambiado.Ammy, siempre eficiente, dividió la narración en tres partes: inicio, desarrollo y desenlace.Sabía perfectamente cómo manipular las emociones del público, incluso mejor que yo. Hizo algunas modificaciones artísticas al material que le entregué, retratando a Sara aún más desdichada de lo que fue.Por ejemplo,
—Sabes muy bien cómo utilizar la opinión pública para destruir a alguien —espetó Ammy, furiosa.—Te equivocas. Esta vez no he destruido solo a una persona, sino a dos. Y como periodista, deberías entender perfectamente cómo funciona. Has sido la editora en jefe de Voces Latinas durante años, no me digas que no sabes cómo manejar esta situación —respondí, tranquila.Ammy siempre parecía ser inteligente. Quizá al principio no tuvo el valor de dañar su propia imagen, pero una vez que cruzó esa línea, sabía que no sería fácil manipularla.Comencé a sospechar de sus verdaderas intenciones.—¿Acaso tengo otra opción? —escupió Ammy antes de colgar el teléfono, llena de resentimiento.¿Había algo oculto en sus palabras?Reflexioné por un momento, pero no logré encontrar otro significado. Además, el trabajo me apremiaba, así que dejé de lado la conversación y me sumergí en mis tareas.Diez minutos después de colgar, Ammy, eficiente como siempre, subió el video a las redes sociales.Sabía perfec
Pensé en Oscar, uno de los mejores abogados del país, pero su agenda siempre estaba llena y sus honorarios eran elevados. No tenía la suficiente confianza para pedirle un favor tan grande.—No te preocupes por eso, Sofía. Puedo encargarme de los abogados.—Está bien —contesté, aliviada.Sara titubeó:—Sofía…—Dime, no tienes que andarte con rodeos conmigo.Me preocupaba que estuviera enfrentando un problema más grave y no quisiera decírmelo.—¿Tú trabajas como asistente del señor Cruz, verdad?—Sí, claro. ¿Por qué lo preguntas?—Es que… el señor Cruz parece alguien increíble. Es guapo, muy decidido y tiene una carrera espectacular.—Sí, es cierto —respondí, un tanto sorprendida por la repentina admiración.Sara seguía alabándolo con una timidez que no me esperaba.¡No podía estar ilusionándose con Sebastián! Sabía de su relación con la «luz de su vida», Ammy.Sebastián no era alguien que se dejara distraer fácilmente cuando se trataba de amor.Si Sara se estaba interesando en él, solo
—¿Otra vez de viaje o enfermo? —frunció el ceño, claramente molesto.—Me comentó que hay problemas con la calidad de los productos. Está en la planta supervisando el control de calidad.El tema de la reunión era crucial: el desarrollo de los nuevos vehículos de ASC (AutoSmart de Concordia). El equipo principal de ASC iba a participar, y la reunión originalmente estaba planeada en sus oficinas.Sin embargo, la actitud de Killian había irritado a Sebastián, quien decidió trasladarla a la sede de Capital Montezuma.—Conecta a Killian por videollamada —ordenó.—Sí, jefe.Flyon era una empresa emergente que, en pocos años, había sacudido el mercado de los automóviles inteligentes.Su ascenso fue meteórico, sobre todo tras asociarse con una marca de lujo para lanzar un vehículo ejecutivo inteligente que se agotó en cuestión de meses.Por otro lado, ASC, aunque había entrado en el mercado antes que Flyon, no había conseguido el éxito esperado.A pesar de varios intentos, ninguno de sus modelo
Los pilotos no solo elogiaron el diseño, sino que hablaron en detalle de su rendimiento. Al final, una avalancha de pedidos siguió la presentación.Flyon actualizó las cifras de ventas en tiempo real, aumentando aún más el éxito.Aunque algunos pedidos parecían ser favores amistosos, no había duda de que el modelo sería un éxito.Vicente, el gerente de marketing que había hecho los comentarios aquella noche, se sonrojó.Sebastián lo miró brevemente, y Vicente bajó la cabeza, avergonzado.—Frank, ¿qué opinas de las ventajas de este modelo? —preguntó Sebastián, recostándose en su silla, con una postura más relajada.Frank, del departamento de ventas, respondió con confianza:—Sinceramente, no veo nada especial en este vehículo. Si nuestro equipo de desarrollo se esfuerza, podemos hacer algo mejor. Nuestras ventas anteriores han sido buenas.—Esas ventas se basaron en la nostalgia —respondió Sebastián, su tono más serio—. ¿Aún no entienden el problema?Esta no era la primera vez que Sebas