Capítulo 146
Esperaba que Sebastián dijera algo cortés, como que la presidenta había sido muy persistente y que se sintió conmovido. Pero no, el chico siempre mantenía su imagen de frío e indiferente.

Sebastián respondió fríamente: —Por razones personales que no puedo revelar.

Y luego se fue.

Incluso Diana se sorprendió al escuchar a Sebastián aceptar la invitación tan fácilmente. Me miró y movió los labios, preguntándome en silencio: —¿En serio aceptó?

Yo simplemente apreté los labios, pensando, «Maestra Castro, ¿y si Sebastián te arruina la digestión?»

No esperaba que llegara el día en que pudiera cenar con Sebastián como amigos.

Era algo curioso, como un giro del destino.

Sebastián, mientras conducía, me preguntó:

—Sofía, ¿qué quieres comer?

—No sé, que decida Maestra Castro —le respondí—. Ella es la experta en comida, conoce cada rincón de Ciudad de México donde se come bien.

Diana pensó un momento y dijo: —¿Tomamos algo? Hace un poco de frío, podríamos tomar un trago para calentarnos. ¿Qué tal
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