La señora Vanderbilt casi se asfixia. “¿Por qué? ¿Ni siquiera nos quedan unos cientos de dólares?".

Su rostro palideció mientras Hector permanecía callado. "Hecky, ¿tú... usaste el dinero?”.

Antes de que él pudiera responder, la ira de la señora Vanderbilt se le subió a la cabeza: "¿Cómo pudiste gastar ese dinero? ¿En qué lo gastaste?”.

El dinero era lo que habían obtenido de la venta del hotel de aguas termales. Debía de quedar bastante. Cuando llegaron de Coralia, habían alquilado un motel barato para poder recibir la herencia de Stephen.

El dinero estaba en la cuenta de la señora Vanderbilt. Normalmente mantendría la tarjeta con ella; sin embargo, le preocupaba perderla, así que se la había dado a su nieto para que la guardara.

Ella creía que su nieto la obedecería y no gastaría el dinero, pero después de enterarse de que el dinero había desaparecido, ¿cómo no iba a enojarse?

Hector no estaba contento. “Prometiste que el dinero era para mi boda. Ese dinero es mío. ¡Puedo gasta