Quincy se acercó y abrió lentamente la boca.

Esta madrastra era demasiado cruel. Arruinaría a Maisie para asegurar el futuro de su hija.

Con su último aliento, Nelson miró a Nolan, sentado con las piernas cruzadas en la silla.

Parecía el diablo recién salido de las profundidades del infierno. Él no tenía expresión en su rostro, mientras que sus ojos ámbares eran fríos y agudos, lo que le daba un aspecto diabólico.

Nolan separó las piernas para adoptar una nueva posición sentada. Se inclinó hacia adelante y lo miró. “Si lo admites, te dejaré vivir”.

Los ojos de Nelson se llenaron de lágrimas cuando vio esperanza.

Pero lo que Nolan dijo después le quitó todo el brillo de los ojos y solo le dejó el miedo.

“Rómpanle las manos y piernas. Corran la voz de que si alguien intenta de salvarlo sufrirá las mismas consecuencias”.

Nolan se levantó y se fue sin mirar atrás.

Quincy le hizo una señal a los hombres con la mirada y siguió a Nolan.

Gerald hizo entrar a sus hombres para co