Los altos directivos se quedaron atónitos.

Hector se quitó la chaqueta y la tiró al suelo. Cogió un jarrón que estaba a un lado y se dirigió hacia el subdirector.

El subdirector se quedó tan sorprendido que su rostro palideció. Retrocedió y dijo: "¿Q-Qué piensas hacer? Hay mucha gente aquí. ¡Estás cometiendo un delito si te atreves a ponerme un dedo encima!”.

Hector levantó el jarrón y el director gritó. "¡Alto!".

El jarrón cayó al suelo y se hizo añicos.

Sin embargo, el jarrón simplemente se hizo añicos en la pared detrás del subdirector, que se protegía la cabeza con las manos. El miedo lo hizo gritar como un loco, y el suelo no tardó en mojarse.

Cuando Hector vio que se orinó encima, resopló. "Ja, aparte de todo también eres un cobarde".

Quincy miró al director, que tenía el rostro sombrío, y le dijo: "Ahora no tienes elección".

Le entregó el acuerdo de transferencia y continuó. "Firma el acuerdo y véndele Zestar a Oro Negro. En cuanto a tus delitos, el tribunal se ocupará d