Cuando Naomi escuchó eso, sus lágrimas cayeron como perlas de un collar roto. Se agarró el corazón, adolorida, se dio la vuelta y corrió sin mirar atrás.

Francisco la vio desaparecer por la puerta, y de pronto le dolió el corazón. Los sentimientos que estaba reprimiendo hicieron que su rostro se frunciera.

Samantha no pudo contenerse más, así que entró en la habitación. "¿¡Cómo pudiste hacerle eso!?”.

Él quedó sorprendido. "Mamá—”.

“Samantha—”. Kennedy trató de detenerla, pero llegó demasiado tarde. La cara de Francisco se movió al lado opuesto después de la bofetada, pero se mantuvo callado.

Samantha respiró profundamente y habló cuando se calmó. "Creo que sientes algo por la chica, y alejarla te duele. ¿Por qué le hiciste eso? ¿Por qué no pueden resolver el problema juntos?”.

Él miró hacia abajo y respondió después de un momento: "Mamá, deja que yo lo resuelva".

“¿Que tú lo resuelvas? ¿Crees que me importaría si no fueras mi hijo? Está bien, como quieras”. Samantha lo señaló.