A Charles le pareció que lo que Louis sugería tenía sentido.

‘Una mano limpia no necesita lavarse. Lo mejor que podemos hacer ahora es entregarle este asunto a la policía y dejar que lo investiguen para resolver el asunto'.

Por la noche, Ryleigh estaba sentada en la cama con las rodillas dobladas hacia dentro, sin ganas de comer nada. Louis preparó la cena, abrió de un empujón la puerta de la habitación, se acercó al borde de la cama y la levantó.

Ryleigh envolvió sus brazos alrededor de su cuello y le dijo en voz baja: "No tengo apetito".

Él la llevó a la mesa del comedor. "Aunque no tengas apetito, debes comer un poco. No quiero que te mueras de hambre en medio de la noche”.

Ryleigh lo sacudió. “¿Me van a despedir?”.

Louis le acarició la parte superior de la cabeza y se inclinó para besarle la frente. "No, ya le dejamos el asunto a la policía para que investiguen más a fondo”.

Ryleigh se quedó atónita. "¿Se lo entregaste a la policía?".

Louis le acercó un plato de sopa y se l