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Acechada Por Las Tres Bestias.

KALEB

Tratar de descansar con Damian alrededor era tan placentero como ser colgado  cabeza abajo  y azotado.

Aunque Kaleb podría  considerar la idea en ciertos círculos privados, estuvo a segundos de estallar. La charla constante de Damian irritaba los nervios  del hombre. Nunca dejó de  abrir  la  boca  el  tiempo  suficiente  para que Kaleb tuviera unos momentos de paz. Una parte de él pensó que Damian sabía muy bien lo que estaba haciendo, y eso solo lo enfureció más.

Después de varias horas de intentarlo, Kaleb se dio por vencido. Se sentó en el borde de la cama y se pasó las manos por la cara.

—Por supuesto, podríamos hacer las cosas…— dijo Damian.

—¿Alguna vez te callas?— Kaleb escupió. Damian dejó de pasearse para mirar a Kaleb.

—Si insistes en mantenerme despierto, este sería un buen momento para darme algunas respuestas, de esta manera mi tiempo no es una puta pérdida total— gruñó Kaleb.

Aunque Kaleb había estado de acuerdo con un trato a ciegas solo para no perder la cabeza, no sabía nada más allá de lo básico. Robar un artículo. Eso fue todo. No se proporcionó información sobre qué era el artículo o por qué era tan importante que tenía que ser robado por él y solo él. No hay información sobre dónde se encuentra el artículo o qué tan difícil sería robarlo. Demonios, ni siquiera estaba seguro de si la m*****a cosa realmente existía en primer lugar. Bien podría ser algún juego de Damian por lo que Kaleb sabía.

No hace falta decir que Kaleb estaba cuestionando seriamente sus decisiones ante la vida.

Damian siempre insistía en dejar solo migajas de información cuando le parecía conveniente dejarlas. Cuando Kaleb empezó a perder la paciencia con toda esta farsa.

Ya era bastante  malo  que los matones de Morgana los estuvieran siguiendo.  Incluso los habían alcanzado un buen rato antes de perderlos en  el  bosque hace unos días.

Independientemente, Kaleb necesitaba dormir. Y si no podía dormir, iba a obtener respuestas. No había término medio.

—Todo a su debido tiempo— dijo Damian con una sonrisa tan cínica como su dueño.

Si hay algo que no hacías con Kaleb, era subestimarlo. Y eso era algo de lo que se cansaba en extremo. Y  Damian  había puesto a prueba su paciencia los ultimos dias.

Kaleb se lanzó desde la cama y  tiró  a  Damian  al  suelo.  Se acercó a Damian, a segundos de moverse y destrozar al molesto hombre, y dijo:

—O me das la información que quiero, o te callas para que pueda dormir o me voy.

Damian resopló. Un borde de risa acribilló sus palabras cuando y dijo:

—Tu estado de ánimo es bastante amargo últimamente ¿Cuándo fue la última vez que te acostaste con alguien?

Kaleb gruñó.

Damian se encogió de hombros.

— Genial. Solo genial. Sólo déjame levantarme. Me gustas y todo eso, pero no eres mi tipo.

Kaleb se retiró y dejó suficiente espacio para que Damian se sentara en el suelo.

—Habla _ le dijo en tono tajante.

—El objeto que estamos buscando es un amuleto antiguo — comenzó Damian —Uno que se creía que se había perdido hace mucho tiempo, pero mis fuentes me dijeron que se activó recientemente. El amuleto tiene la clave para que ambos tengamos todo lo que siempre hemos querido... especialmente la libertad y una forma de derrotar a Morgana para siempre.

—Entonces ¿dónde está  este  amuleto?—  preguntó  Kaleb. No creía que el amuleto fuera la respuesta a todos sus problemas, pero Damian hizo un trato con él, y ahora que tenía información para partir, podía formar un plan improvisado  para tomar el maldito objeto y salir de debajo de la presencia de Damian.

—Esa es la parte difícil. Uno en el que necesitamos que otro nos ayude— dijo Damian.

—¿Pensé que era el único que podía robarlo?— preguntó Kaleb —¿O es eso tambien era una mentira?

—No es necesariamente una mentira… Solo oculté cierta información— dijo Damian.

—¿Quién es la otra persona? ¿Cuál es el problema con él? _ preguntó Kaleb. Su estado de ánimo empezaba a mejorar. Al menos la información que le dieron estaba demostrando ser útil ¿Qué tan útil? estaba por verse pronto.

—Déjame preocuparme por eso a mi — dijo Damian.

—Eso no va a funcionar conmigo— advirtió Kaleb — Habla.

Damian puso los ojos en blanco.

—Tan temperamental… bien. Su nombre es Jace. Es una especie de...  comodín,  y  ha  sido todo un proceso conseguir que se incorpore.

Kaleb negó con la cabeza.

—Hay más detrás de esto.

—Sí, pero eso depende de la necesidad de saberlo, y tú no necesitas saberlo. No ahora, al menos— dijo Damian.

—Genial.

Kaleb volvió al borde de la cama y  tomó asiento. Conocía a Damian lo suficientemente bien como para saber cuándo ninguna cantidad de amenazas o golpes haría que se abriera más. Dio todo lo que iba a dar por el momento, y eso fue suficiente para él. Por ahora.

Los ojos de Kaleb se volvieron pesados y deseaba desesperadamente dormir un poco. Damian se ocupó de sus propias cavilaciones y permitió que el se sumiera en un sueño inquieto hasta que Kord entró en la habitación con comida y bebida.

—Espero que hayas dormido bien— dijo Kord mientras cargaba una bandeja llena de comida.

—Tan bien como se va a poner esto —murmuró Kaleb.

—Me está costando localizar a todos los de nuestra unidad. Sin embargo, estaré ahí cuando me necesites. Pace también.

El interés de Kaleb despertó ante el nombre que no había oído durante años.

—¿Lo encontraste?

Kord se encogió de hombros.

—Algo como eso.

—No hay noticias sobre nadie más, ¿eh?— preguntó Kaleb.

—Todavía no, desafortunadamente— dijo Kord.

Kaleb suspiró.

—Aprecio todo lo que has podido hacer. Dos es mejor que uno, y ciertamente mejor que ninguno.

Kord asintió.

—Te invitamos a quedarte todo el tiempo que desees. Me temo que estoy hasta los codos en reparaciones y otras necesidades ¿Me perdonarás si no puedo entretenerte más de lo que lo he hecho?

—Por supuesto— dijo Kaleb. —Eres un hombre ocupado. Ve a ocuparte de lo tuyo amigo.

—Avísame cuando estés listo para partir. He arreglado las cosas para poder irme contigo en cualquier momento.

—Gracias de nuevo— dijo Kaleb.

Kord asintió una vez mas y lo dejó en la habitación, luego Damian reapareció en su forma física.

—Es hora— dijo Damian —Solo una palabra de advertencia — Kaleb alzó una ceja.

—No se puede, bajo ningún concepto, involucrarse íntimamente — finalizó.

Kaleb resopló.

—¿Que se supone que significa eso?

—Tenemos nuestro tercero. El tiempo se acaba— dijo Damian — Solo recuerda lo que te dije.

Kaleb miró fijamente al hombre que se estaba convirtiendo rápidamente en la ruina de su existencia. Pero con poco más que hacer, se levantó de la cama y dijo:

—Claro. Lo que digas.

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