—Muero de hambre, y no progresas en matemáticas Brooks —se quejó el castaño.
—Bueno, tengo sopa en la alacena —dije recordando la despensa que había hecho hace unos días.
—Supongo que sabes cocinar —alegó él.
—En realidad no, siempre encargo comida —confesé con una sonrisa traviesa.
—Vamos Brooks, es solo sopa —dijo con mofa.
—Si sé como se hace, pero no te aseguro que sabrá bien —contesté frunciendo el ceño ante su burla. Así que, como ya tenía por costumbre, me jaló del brazo hasta la cocina.
Empezamos a hacer la sopa instantánea, mientras ambos nos dábamos leves empujones de vez en cuando.
—¿Tienes harina? —preguntó alzando una ceja.
—¿Para qué necesitas harina? —cuestioné extrañada.
—Para esto —contestó tirando un poco en mi cara.
A lo que también le lancé un poco, manchando su cabello color chocolate y sus mejillas.
Y mientras estábamos en nuestra guerra, la sopa se terminó.
—No huele tan mal —d
—Vamos no está tan alto —lo animé tomando su mano.—Brooks, por favor —se quejó alentando el paso.—Ven aquí. Tú me obligaste a subir el techo de una biblioteca, sentarte en una ventana no es la gran cosa —dije jalándolo dale brazo, provocando que ambos termináramos en el piso mientras reíamos.—Vamos es algo que siempre quise hacer —pedí mirándolo con ternura para que aceptara.—Bien —accedió él, a lo que nos sentamos juntos mirando los edificios de la gran ciudad de Nueva York.—¿Qué piensas hacer en el futuro? —pregunté ladeando la cabeza.—No lo sé —dijo mirando las millones de luces y edificios que se encontraban frente a nosotros.—Amo literatura, me gustaría escribir un libro algún día —revelé sonriendo al pensarlo.—¿Un libro de la gran Caitlin Brooks? Necesito vivir para ver eso —dijo con un poco de ironía.—Me gustaría leer todos los clichés que existan —confesé esperando una reacción molesta de su parte.
—Mami ya llegamos —dijo Mack entusiasmada.—Va a venir el tío Marcus —informó la pequeña mirándome con emoción, a lo que no pude evitar sonreír. Podía deducir que Mack tenía unos 5 años.Al parecer, habían pasado 7 desde que estábamos en último año de la universidad, planeando que hacer con nuestras vidas como si tuviéramos idea de ello.La llegada de Marcus sería algo que me ayudaría. De cierto modo sería más fácil preguntar que había sido de mi vida además de que estaba casada con su gemelo, sin tener que responder un montón de preguntas, él nunca fue tan inteligente.Después de estar preparando comida para todos, bajé y me cambié.Seth parecía algo ocupado, y realmente era demasiado raro verlo como mi esposo.De pronto tocaron la puerta, estaba segura de quién era, hasta en la cocina se sentía el perfume. Siete años y no era capaz de comprar de una marca diferente.—Hola Marcus —saludé sin tanto entusiasmo al abrir la p
Me desperté temprano. Tenía que llevar a Mack al día de las carreras, a lo que me puse a peinar su largo cabello castaño, que al igual que el de su padre, siempre estaba despeinado.—Mami, ¿hablarás de tus libros, cierto? —preguntó, causándome gran ternura.—Sí princesa —respondí en tono bajo. No tenía ni la menor idea de que libros había publicado, siempre escribí, solo que no los creía demasiado buenos.Traté de buscar en mi habitación alguno de mis libros, y me encontré con varios, la mayoría los había comenzado 10 años atrás.Mientras revisaba mi biblioteca me di cuenta de que en el cuarto de Mack había un montón de libros, me parecía tierno que también aprendiera de grandes autores.—Princesa, es hora de irnos —avisé tomando su pequeña manita para dirigirnos a su escuela.Después de muchos padres hablando sobre sus trabajos y profesiones, llegó mi turno.Hablé de como había empezado a escribir y llegó la parte de las pregun
A salir del cuarto el día siguiente, vi a Marcus y a mamá. Papá cargaba a Mack mientras ambos reían.Al ver a papá de nuevo, lo abracé fuertemente, y al voltear pude observar a Seth frente a mí.—Hola cariño —saludó mamá abrazándome.—¿Qué hacen todos aquí? —pregunté asombrada.—Bueno, quería ver a mi nieta —contestó papá dándole a Mack un beso en la frente.—Amor tienes que decirle —señaló mamá provocando que se me hiciera un nudo en la garganta.—¿Decirme qué? —preguntó Seth enarcando una ceja.—Y...yo...Traté de terminar la frase, pero las manos me sudaban, de un momento a otro me encontraba sintiendo el impacto y, por inercia, cerrando los ojos.—Caitlin.—Caitlin.—Brooks —gritó Seth con desesperación. De nuevo, mis ojos eran cegados por lucecitas de colores.—Despertó —exclamó Seth, su voz era lo único que reconocía en ese momento, el lugar era oscuro y los sonidos se volvían cada vez más débi
Toda mi vida sentí como el tiempo pasaba rápido, siempre traté de huir del hecho de que no me quedaba mucho tiempo.Me diagnosticaron a los 14 años. Mamá no se tomó bien la noticia, y se fue decidiendo que no quería ser parte de mi vida.Ahora estaba más débil. Levantarme costaba cada vez más, y lo único que me animaba era pensar que probablemente Seth estaba mejor. Que el hecho de odiarme haría que mi muerte le doliera menos. No sé que tan tonto sonara eso, pero me daba esperanzas, unas de un presente, y no de un futuro que no tendría.Siempre viví sabiendo que algún día no despertaría. Me ofrecieron una beca y con ella tratamiento para mí enfermedad, pero fue una esperanza que pronto se desvaneció, convirtiéndose en otra desilusión. El tratamiento dejó de funcionar en mi cuerpo.En esos momentos conocí a Marcus, él lo sabía, siempre lo supo, pero nunca dijo nada. Eso nos acercó, y con ello nacieron mis sentimientos hacia él, unos no correspondidos.
Seth Campell:—Deberías hablar con ella —dijo Marcus logrando molestarme más de lo que ya lo estaba.—Lo sabías —fue lo único que dije entrecerrando los ojos.—Sí —contestó en un tono bajo.—¿Por qué no me lo dijiste? —pregunté sintiendo como la ira me invadía.—Ella tenía que decírtelo, Seth ella te eligió —fue lo único que pronunció saliendo de mi habitación.Ella me eligió, Caitlin entró a mi vida de una de las formas más raras y ridículas probablemente, pero me enseñó a querer cada parte de ella.Escribí la carta dos días antes de saber que la perdería.«Por favor Brooks, ¿quién hace eso?» dije simulando tenerla frente a mí.Sin embargo todo lo de la carta seguía siendo verdad, supe lo de su corazón dos días antes de que ella me lo dijera, era voluntario y, me habían pedido archivar su expediente.Aún así, cuando ella me lo dijo no lo soporté, el hecho de que saliera de su boca lo hizo real. Era cierto, puede
Seth había venido temprano a mi departamento. Casi siempre me ayudaba a hacer el desayuno, y más ahora que no tenía las fuerzas ni las mínimas ganas de levantarme.—Bien Brooks, aquí esta tu fruta —dijo en un tono servicial entregándome un plato, a lo que procedí a rodar los ojos por sus payasadas. Desde la primera vez se creía un mesero sirviendo los platos.—Mañana vendrás conmigo —sentenció viéndose gracioso y tierno.—¿A dónde? —pregunté confundida y algo divertida ante su actitud.—Eso es sorpresa —contestó alzando ambas cejas. Estaba a punto de darme un beso en la frente, cuando sonó el timbre de la puerta.El fue a abrir casi de inmediato, mientras yo le daba una mordida a mi manzana.—Amm Brooks, creo que deberías venir —sugirió Seth algo diferente, su voz sonaba algo rara.Al llegar a la entrada vi a mi papá viendo a Seth con altas ganas de golpearlo. Probablemente debí contarle sobre él, pero no tenía la menor idea de
Han pasado unos días desde que vi las estrellas. Desperté agotada, apenas podía abrir los ojos, estaba a punto de caer, cuando papá me ayudó a levantarme con una mirada melancólica. Él lo sabía y yo también. Mi tiempo había acabado.Desayunamos juntos como en los tiempos en los que nos veíamos a diario, él tomaba mi mano, haciéndome sentir como la niña de ocho años que le pedía comer helado después de clases.—Sabes que estoy orgulloso de tí, me alegró de la persona en la que te has convertido —dijo mientras caían algunas lágrimas por parte de los dos.De pronto sonó el timbre, me dirigí hacía la puerta, y ví a Seth con un pequeño collar con el dije de un libro junto a una luna. Sus ojos estaban rojos e hinchados, una imagen que siempre me lastimaba ver en él.Al verlo me arrojé a sus brazos, y casi al instante lo colocó en mi cuello mientras yo lo observaba.Estuvimos hablando, dejando de lado lo que era evidente. Todos sabíamos que no me qu