Por Emanuel

No hay nada en el mundo que pueda superar lo que siento en este momento, es como un nacimiento.

Tampoco hay una mujer que me haya desesperado, en todos los sentidos, como lo hace Solange.

Porque su bailecito, o, mejor dicho, la risa que le siguió me humilló, pero esa noche gocé como nunca en mi vida volví a hacerlo.

Con respecto a Dante, tengo un sentimiento inmenso, tierno, profundo.

Siempre creí ser el dueño de todas las situaciones, pero incluso la tarde que le siguió a esa ardiente noche, dije algo para herirla y que se vaya, porque no tenía el control de la situación.

Si Gloria ese día desconfió, no se notó.

Tenía la pureza de la vida en mis manos, y lo perdí todo.

Perdí ver nacer a mi hijo, perdí cada luna que crecía dentro del vientre de su madre.

Me perdí en la vida.

Hace rato que no tengo ilusiones, y cuando la volví a ver, tomé como un juego, el seguir lastimándola, para tener un poder que ya no existía en mí.

En realidad, mi intención no era lastimarla, sino mol