Capítulo 520
Lorena tenía lágrimas en los ojos y el pecho indescriptiblemente pesado por la aprensión.

Los latidos de su corazón parecían latir y tamborilear, queriendo atravesarle el pecho y destrozarle los huesos.

Juan estaba de pie al frente, era alto, frío e indiferente, su aura era fuerte y sobrecogedora.

Su tez se tornó fría y severa a simple vista.

—Bien, ¿cómo quieres?

Polo le dirigió una mirada profunda.

—Salta al mar.

El cuerpo de Lorena se estremeció.

Polo lo sintió y sonrió suavemente, bajando la voz: —No te preocupes, no está dispuesto a morir.

Antes de que pudiera decir nada más, Juan saltó.

La multitud jadeó.

A Lorena se le encogió el corazón y su voz fue conmocionada y lastimera: —¡Juan!

Ella no quería que muriera.

Aunque le odiaba y no había forma de que se reconciliaran, no quería que muriera.

Pero saltó sin decir palabra.

Una ola embravecida se precipitó sobre el arrecife de la orilla y, poco a poco, el agua volvió a la calma.

Se hundió en el fondo del mar.

Miraron al mar conmoci
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