Capítulo 356
Juan frenó en seco y se detuvo, con una tenue sombra oculta bajo los ojos mientras los miraba, inexplicablemente enfadado por alguna razón.

No pudo reprimir su ira.

El vehículo que circulaba detrás de él hizo sonar su insistente claxon.

Allí no se podía aparcar.

Juan pisó fríamente el acelerador y abandonó la zona.

Lorena y Eulogio hacían muchas compras.

Hoy fue sobre todo Eulogio quien pagó la cuenta porque el señor Gómez le había pedido que trabajara en la empresa.

¡Volvía a ser el señorito rico imbatible!

Lorena llevó avergonzada sus regalos y subió al coche, hipócritamente educada: —He comprado demasiadas bolsas, me temo que no tendré ocasión de usarlas.

Eulogio pagó la cuenta sin vacilar, totalmente distinto del pobre chico que antes pedía dinero prestado.

Eulogio se rio y dijo: —No disimules, tampoco te vi negarte cuando pagué la cuenta. Te daré lo que quieras.

Subió a su coche y pidió al chófer que llevara a Lorena al Grupo Suárez.

Lorena le miró de reojo y le pregun
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