Lorena se sintió inconsciente durante mucho tiempo y una voz resonó en sus oídos. La voz parecía venir de muy lejos, suave, diciéndole que se despertara rápidamente.

Era como si estuviera en el fondo de un mar oscuro, el agua fría recorriéndole cada poro, causándole un gran dolor.

Era como si pudiera ver una imagen de ella cayendo al fondo del mar, luchando, y alguien saltando al mar para rescatarla.

En la oscuridad del fondo del océano, ella no podía ver nada más que la esperanza que él traía.

Siempre recordaba ese momento.

Pronto perdió el conocimiento por asfixiarse durante demasiado tiempo.

Ahora, en este momento, estaba en una acogedora habitación, mirando al mundo, «Estoy viva.»

Vio a Polo y sentía la tentación de llorar, agradecida.

Polo se acercó a ella y los médicos retrocedieron cohibidos.

—Estupendo, Lorena, por fin estás despierta. —le dijo suavemente.

«Gracias a Dios que la he recuperado.»

—Gracias. —Lorena sonrió.

Lo había adivinado, él la había salvado.

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