Lorena llamó a Carlos en el balcón, —Está un poco grave. Tiene que hospitalizar.Quería que Carlos la ayudara.Sin embargo, Carlos dijo: —¡No te puedes ir hasta que firmes el contrato!Lorena pensó, «¡Nada de amistad antes que beneficio!»Pronto, Carlos envió a Lorena el contrato por el correo electrónico para que Juan lo firmara.Ella miró a Juan, que estaba trabajando en el salón y habló con Rafael por teléfono.En la sala VIP había una impresora.Lorena imprimió rápidamente el documento y confirmarlo antes de pasarlo a Juan.Juan colgó y miró a Lorena.Lorena le entregó el documento, —La inversión prometida, señor López, no faltarás a tu palabra, ¿verdad?Juan frunció las cejas, —Estoy herido, ¿aún te importa esto?Lorena apretó con fuerza el contrato.«¡Qué hombre tan rico! Unos cien millones no son nada para él.»Respiró hondo, le miró y habló: —Es importante para mí.«Estoy haciendo todo esto para ganar la inversión. Por supuesto que es importante.»Juan observó a
Alguien del lado de Lorena va a recogerla.Pronto, la mujer con el saco fue arrastrada bruscamente hacia el coche negro.De golpe, cayó al suelo.Gimió de dolor, pero no consiguió levantarse del suelo.Lorena bajó lentamente la ventanilla para mirarla, fría.«Se lo merecía.»De repente, la mujer entró en pánico, gritó en voz ronca y alta: —¿Dónde estoy? ¿Quiénes son?Lorena hizo un guiño para que un guardaespaldas le quitara el saco de la cabeza.Susana había adelgazado mucho. Y Lorena la miraba tranquilamente, sonriendo, silenciosa y peligrosa.Susana miró horrorizada a los guardaespaldas, con el rostro pálido, y luego encontró a Lorena dentro del coche.Durante una fracción de segundo.Ella se sorprendió por un momento, pero inmediatamente mostró una expresión cruel, —Eres tú, eres tú, Lorena, ¿qué quieres?Lorena la miró en silencio, —Por supuesto me vengo de ti.Susana se rio y la miró con maldad.Se levantó del suelo y intentó acercarse a Lorena para golpearla.Pero antes de que p
Lorena dejó el resto al guardaespaldas y regresó inmediatamente.La tarde siguiente, en el despacho del presidente de Entretenimiento Águila, Carlos estaba cara a cara con Juan.Juan aún tenía la muñeca hinchada cuando le entregó el contrato firmado y le pidió una cantidad adicional de inversión para convertirse en inversor exclusivo.Pero Carlos no podía estar contento, sonrió, —Señor López, ¿qué condiciones quiere?Juan habló tranquilamente: —Quiero que Lorena venga a firmar el contrato en persona.—Ya se divorciaron. ¿No es inapropiado que se ven todo el tiempo? —respondió Carlos.—Es por negocios, nada para evitar sospechas. —dijo Juan.Carlos frunció el ceño y sonrió, —La llamaré. No está en la oficina.«Juan hace una oferta que no se puede rechazar. Juan tiene una participación en Entretenimiento Águila. Quiere invertir en el nuevo espectáculo en nombre del Grupo López. Si le rechazo, no estará bien. No queda más remedio que ir a por todas.»Carlos llamó directamente a Lorena.Du
Lorena no quería involucrarse demasiado con Juan.—Bueno. —dijo Carlos.«¿Qué puedo hacer?»Juan guardó silencio mientras la miraba, con insatisfacción.«Llevaba dos horas esperando y ella fue a cenar con Polo.»Se puso enojado, pero pensó en que ella había sufrido esa tarde, se volvió tranquilo.Juan se preocupaba por ella y la rabia en su corazón desapareció.«¡Está tan enamorada de mí que fue de compras después de su discusión con Bella!»Juan creía que conocía mucho a ella.«Está ansiosa por verme sin cambiarse de ropa. Lo más odioso es Polo, aprovecharse de la situación, ¡no es nada bueno!»Pensando en eso, se levantó y la miró, —Me alegro de que hayas tenido buen apetito.«La próxima vez, ¡le invitaré!»Carlos miró sorprendido a Juan, «Hace un momento todavía estaba enfadado, ¿cómo se ha vuelto tan rápido? ¡Lorena debería alejarse de un hombre tan voluble!»Carlos tosió, y decidió quedarse.—El contrato está aquí, el abogado ya lo ha leído, directora Suárez, ¡fírmalo!Lorena miró
Juan bajó del coche con frialdad, sin esperar a que Lorena reaccionara, y luego abrióla puerta trasera del coche y se sentó en él.Lorena se quedó muda, puso los ojos en blanco y habló en tono indiferente: —Señor López, ¿no tiene usted chófer?Juan se enderezó el cuello de la camisa, —Despedí al último chófer, y el nuevo no conoce el camino.«¿Qué? ¿El chófer de Juan no conoce el camino? ¿Es eso posible?»—Lo siento, no soy su chófer, coja un taxi. —dijo Lorena.Juan se puso frío y se quejó: —Llevé más de dos horas esperándote aquí. Aún estoy herido, ¿ni siquiera puedes llevarme a mi casa?Lorena se burló: —Tú faltaste a tu palabra, ¿y todavía me acusas?«Fue él mismo quien rechazó firmar el contrato. Ahora vino a firmarlo de nuevo, ¿está loco?»Lorena no tenía nada que hablar con él.Juan la fulminó, —Fueron tonterías.Lorena no quería discutir con él.Sabía que era imposible que le pidiera bajar del coche.Respiró hondo y se ajustó, «Esta vez, le dejé.»Arrancó el coche en silencio,
Lorena estaba impaciente y enfada, —No puedes representarme. Pasar tiempo en la cárcel, ¿es castigo o suerte para ella? Juan, no tengo mucha piedad, ella me debe una vida y necesito recuperarla.Juan se preocupaba, —No hagas tonterías.Le preocupaba que alguien le diera alguna trampa por esto.Lorena se rio, —Yo no he venido a por ti, ¿pero no me dejas en paz?Juan no sabía qué decir.—Baja. —estaba furiosa Lorena.Juan también controlaba su ira.No se movió, mirándola indiferente.Las dos se quedaba en silencio.Lugeo Lorena bajó del coche y fue directamente a la parte trasera, abriendo la puerta trasera, —Baja de mi coche.Juan se tensó, —¡Aún no he llegado!«¿Cómo puede dejarme aquí? ¡Está de broma!»Lorena lo tomó en serio, le apretó la mano derecha herida para tirarlo del coche.Juan sintió al instante un dolor agudo.¡No hubo la oportunidad de defenderse!Saliódel coche, de hecho, fue abandonado.Lorena arrancó el coche de nuevo y se fue.Juan aún no reaccionó por lo que pasó.El
Alberto saludó sonriendo: —Justo puedo llevarte a tu empresa, sube.Juan no lo dudó, abrió la puerta y subió.Alberto se sorprendió por un segundo.A Juan no le gustaba su Maserati, y siempre lo rechazaba.—Juan, ¿estás bien? ¿Por qué estás aquí?Juan se volvió hosco al pensarlo.Tras unos segundos, explicó lo que había pasado hoy.Alberto se sorprendió mucho, y no pudo evitar mirar a Juan, —¿Lorena te ha dejado aquí?Juan guardó silencio unos segundos antes de hablar: —¿Quizás, intentó volver a por mí y se perdió?Alberto se quedó mudo. Sonrió, sin saber qué decir.«¿Lorena podría haberse perdido? Cuando fue ayudante en el Grupo López, conocía cualquier calle lateral mejor que nosotros.»—¿Quizá lo estás pensando demasiado? —dijo Alberto.—¡Qué sabrás tú! Ella aún está enamorada de mí. —Juan le interrumpió con frialdad.Alberto se quedó callado.Solo pudo callarse en ese momento.Llegó al Grupo López Juan.Al entrar en su despacho, miró el móvil sobre su mesa, frunció el ceño mientras
A su lado, Bella lo notó, sonriendo.Juan se dirigió al estudio donde trabajaba Alejandro.Al verlo, Alejandro seguía siendo tranquilo, —Me ha dicho tu madre que te has hecho daño.—Nada grave. —Juan habló.Alejandro asintió, inexpresivo, —¿Por Lorena?Supo el incidente en el campo de golf desde hacía mucho tiempo, aunque Bella no dijera nada, él lo tenía claro.Conocía mucho a su hijo.Si Juan no quisiera decirlo, no lo forzaría.Pero su escándalo de hace un tiempo hizo que Alejandro se sintiera culpable a Bella, así que le obedeció esto tiempo.Juan arrugó las cejas, y antes de que pudiera hablar, oyó que Alejandro dijo: —Desde el divorcio, es mejor mantener las distancias. Aunque no necesites un matrimonio, es mejor encontrar a una mujer que sea la adecuada. Si siempre piensas en el pasado, deja que la gente se ría. Estela no está mal, es mansa y honrada. Si te parece bien, ¡prueba a salir con ella!Alejandro no ocultó su pensamiento.Juan se quedó callado, y los dos se quedaban en