—Elia?!—llamó para que entrara. Giré y miré hacia la entrada y estaba solitaria. Me volví hacia el Profesor quien me miraba confundido. Sonreí apenada, esto es incómodo.
Maldita sea, ¿por que no entraba?
—Iré a ver...—caminé avergonzada hacia la puerta y al salir me encontré a una Elia sufriendo de pánico.
No era para tanto.
Nico se reía de nosotras, tanto de mi vergüenza como el pánico de Elia. Pero luego tomó su teléfono entusiasmado para capturar la locura que ambas pudieramos hacer en ese moento así que preparó la cámara.
Sonó la campana y nos observó. Era hora de irnos, tomó sus cosas y salimos con él.Caminamos hacia la salida tranquilamente claro que fingimos, nos despedimos del guardia quien sonrío amablemente, miré a Chris caminar hacia el estacionamiento y abrir la puerta de su auto.—Vayan con cuidado—agregó el oficial y salimos.Al tener el pie afuera, la enana soltó gritos de emoción, claro que estaba emocionada también pero me ahorré los escándalos.—Sofía... créeme este a sido el mejor día de mi vida!—exclamó Elia—¿Y que? ¿Crees q
Salimos de clases y no vimos mas al profesor. No les conté a Nico y a Elia lo sucedido en los baños, pues sabía que se burlarían.Pasando dos días no nos atrevíamos a hablar con él, nos daba vergüenza que sospechara algo. Había días en los que nos encontrábamos en los pasillos y no podía saludarlo, le evitaba por pena. Ese día noté que varios de mis compañeros hablaban con carpetas color paja en las manos, iban y venían de la dirección. No entendía el por que hasta que encontré a Elia y a Nico.—¿A donde van?— les pregunté.—Vamos a entregar los papeles del servicio, tu no vas?—comenta Elia.
Los días pasaron y perdí la timidez para saludarle, cada que podía pasaba por su salón y saludaba desde la ventana, a lo que le veía responder con una sonrisa mientras sostenía el lápiz láser en sus manos y explicaba su clase. Un día me invitó a entrar a su aula, observé que tenía montonal de papeles extendidos sobre su escritorio y no parecían exámenes. Los apartó luego de que entré y dejándolos a un lado sobre carpetas, me invitó a tomar asiento y hablamos un poco, o más bien nos conocimos. Nuestras conversaciones se hacían cada vez mas personales y a veces un poco divertidas, lo cual me hacía verme sorprendida cada vez que decía algo y él reía, no sabía que era tan graciosa y mucho menos que él pudiera sonreír tanto.
Oscar¿quehaciaaquí? ¿Cuantotiempohabíaestado mirándonos?—Yo... Tengo que irme — susurro sin apartar mi vista del chico quien ahora a dado media vuelta y se ha ido. No puedo mirar al Profesor a los ojos, me sentía triste y ridícula. Él asintió y arrastro su asiento abriéndome espacio para salir. Me incliné y tomé mi bolso donde él lo había dejado. Di ligeros pasos hacia atrás para apartarme de él. Sonreí y me di media vuelta para dirigirme hacia la puerta, al llegar a la entrada frené mi paso para escuchar su voz.—Buenas noches Sofi—Salí sin d
Aquel grupo comenzó a reunirse más seguido en la biblioteca para hacer exposiciones, por lo que me agradaba la idea de ver esos ojos verdaderamente similares al de un asiático todos esos días."Que buena suerte"pensé, pues ya no rondaría aburrida por la biblioteca sola con Omar a mi lado, el simple echo de verle cada mañana hacía mis días más alegres.Era un chico particularmente algo apartado de los demás, ptenía pinta de chico malo que guardaba distancia sobre los demás, de carácter fuerte y con corazón de un líder. Pero la realidad era otra, sí era de pocos amigos pero cuando se acercaba a hablar con alguien y sonreía, contagiaba a todos.Mi co
—¿Cómo es? ¿Lo conocemos?—curioseaban Anahí y Zare. Estaban intrigadas por saber quien era aquel primer Chico de la escuela que me había llamado la atención en este último año de preparatoria.—No creo que lo conozcan, es del turno matutino— respondí mientras me recargaba de espaldas sobre el barandal blanco y apoyaba mi pie mientras desviaba la mirada de ellas.—¿Y ya le dijiste que te gusta?—Por supuesto que no!— reproche enderezando mi espalda.— Ana! Sofía no es como tú— suelta Zarela esquivando su mirada. Su comentario había sido directo pero fingió.
Bajé por las escaleras con prisa, no podía sacar de mi cabeza el gesto de Zarela cunado me vio bajar, temía arrepentirme de lo que estaba apunto de hacer. Seguí bajando rápidamente para después chocar accidentalmente con Ricardo en mi camino.—¡Cuidado!— exclama frenando con delicadeza mientras toma de mis hombros.— Lo siento... soy muy torpe...—digo agitada.— No te preocupes— dice sonriendo e intenta seguir el paso pero le detengo.— Oye—digo mientras espero a que se de vuelta— ¿puedo preguntarte algo?—asintió —Eh... en realidad no es como tal una pregunta mas bien es una confesión—'
Los días pasaban y le iba a buscar cuando él salía de física. Iba en compañía de mis compañeros al taller de electricidad donde Ricardo hacia su servicio. Era raro y extraño a la vez, ya que cualquier chico o chica que se confiesa de esa manera, sale corriendo para no verle jamast, se oculta entre todos o finge que se encuentra ahí o peor aún espera a que esa persona la ignore portándose grosero con ella, lo cual para mi era falta de madurez.Había dos cosas que pasaban por mi mente; o no era verdadera atracción hacia él o simplemente era demasiado madura para afrontar aquello.Al igual que mis amigos, me sorprendí mucho al hablarle tan carismática como siempre y él siempre respondía amigablemente. Aunque c