Capítulo 1

Luego de una tediosa mañana en la universidad, decido ir al centro comercial a comprar algunas cuantas cosas que me hacen falta para terminar de arreglar mi departamento.

«¡Vaya, mi departamento! Que bien suena eso».

Hace ya dos años curso la carrera de Negocios Internacionales en una de las universidades más prestigiosas del país y con ayuda de mis padres pude comprar un pequeño departamento cerca del campus.

Amo estar en casa de mi padres, pero el recorrido hacia la universidad me lleva más de una hora ida y vuelta, y es muy agotador, así que gracias a su ayuda todo eso acabó y tengo mi propio espacio. Llego al centro comercial y me dispongo a comprar algunos utensilios de cocina y uno que otro adorno para decorar mi departamento, de este modo podrá tener algo de vida y me dará ese calor de hogar. Camino con ambas manos repletas de bolsas. A veces suelo ser un poco maniática en las compras. Mi teléfono empieza a timbrar, así que trato de sacarlo de mi bolso. Cuando al fin lo logro sacar y voy a contestar, alguien choca conmigo, haciéndome caer al piso de lleno.

—¡Auch! —Me toco la cabeza—. ¿Puedes fijarte por dónde vas? Casi me matas.

—Discúlpame, venía distraído y no te vi. Lo siento —escucho la voz gruesa.

Abro los ojos y busco al causante de mi caída.

—Sí, ya me di cuenta. —Bufo y entorno los ojos—. No te preocupes.                                                                                                                                                                       

Cuando alzo la vista, me quedo embobada al ver una sonrisa adornar su rostro. Me tiende su mano para que pueda levantarme.

«¡Es muy guapo!».

—Déjame te ayudo. —Agarra mi mano y me ayuda a levantarme con cuidado, recoge mis bolsas y me las entrega—. Lamento haberte ocasionado este accidente. Estoy algo perdido. Estaba distraído viendo si encontraba algún restaurante. 

—El área de restaurantes está en el segundo piso. —Acomodo mi cabello—. Se nota que no eres de aquí.

—Hace poco llegué a la ciudad y no conozco nada. —Me extiende su mano de nuevo—. Soy Alexeyn.

—Mucho gusto, Alexeyn, soy Emma. —Le doy mi mano y le sonrío con amabilidad—. Bienvenido a la ciudad.

—El gusto es mío, Emma, y gracias. ¿Te parece si te invito un café para que me perdones lo sucedido? —Me sonríe, junta sus manos en forma de súplica y hace un lindo puchero.

—No lo sé, te acabo de conocer. No sé si seas un asesino —digo en son de burla. Se ríe.

—Vamos, solo será un café para disculparme. Además, me gustaría saber mucho más de ti, si me lo permites.

Lo pienso un poco más y no le hallo problema el tomarme un café con él y platicar para conocerlo un poco más.

—Está bien, vamos.

Toma mis bolsas y me tiende su brazo. Pongo mi mano sobre él.

Caminamos hasta la segunda planta y entramos a una pequeña cafetería. Después de tomar asiento, pedimos un café.

—Bueno, ¿qué me puedes contar de ti, Emma? —Bebe un sorbo de su café y apoya sus manos sobre la mesa—. ¿Qué edad tienes? ¿Estudias o trabajas?

—Hace dos años entré a la universidad a estudiar Negocios Internacionales. 

—Sonrío y junto mis manos—. Tengo veinte años, y no, no trabajo aún.

—¿Vives con tus padres aún?

—Me independicé de ellos hace poco. No es lo mismo, pero ahí la llevo.

—Es un poco difícil al comienzo. Hace falta el calor de casa, pero luego te acostumbras.

—Hablas como si lo supieras a la perfección. ¿Qué me cuentas de ti? 

—Mi padre murió cuando yo tenía veintitrés años, así que tuve que abandonar la universidad y tomar el mando de las empresas familiares.

—Oh, vaya, todo un empresario. —Sonríe y niega—. ¿Fueron los negocios los que te trajeron aquí?

—Algo así. Los negocios no son lo mío, pero mi padre tuvo problemas de salud, así que tuve que abandonar la universidad y hacerme cargo de las empresas familiares. —Suspira y parece nostálgico, como si recordara algo. —¿Y qué es lo tuyo?

—El arte. —Una sonrisa enorme se dibuja en sus labios—. Me gusta dibujar y pintar todo lo que me inspira. —Exhala.

—¿Y qué te inspira? —Me observa. Noto mi imprudencia—. Discúlpame, no era mi intención ser metiche.

—No tienes nada que disculparte. —Bebe un sorbo de su café—. Me inspira todo aquello que me llega al alma. —Me contempla—. ¿Puedo preguntarte algo?

—¡Claro! Adelante.

—¿Tienes novio? —Su mirada me toma por sorpresa. 

Me ruborizo con rapidez.

—La verdad, no. —Tomo un sorbo de mi café—. Aún no llega el chico correcto.

—¿Por qué? Digo, eres una chica muy hermosa. —Se inclina hacia adelante, agarra un mechón de mi cabello y lo coloca detrás de mi oreja—. Cualquier hombre sería afortunado de tenerte junto a él. —Su respiración se mezcla con la mía. 

Nuestros labios están a escasos centímetros y nuestras miradas se cruzan.

—Pero no cualquiera es el chico que yo quiero a mi lado.

Sonríe. 

Miro mi alrededor y diviso cómo una pareja de ancianos nos miran divertidos. 

Él lo nota y se aleja un poco apenado.

—Entiendo. Eres una chica romántica. —Me sonríe y acomoda su corbata—. Es inusual una chica así en estos tiempos.

—Bueno, me encantó platicar contigo. —Observo mi reloj—. Se me hace tarde, la verdad. Fue un placer conocerte. —Me levanto de la mesa, sujeto mis bolsas y las acomodo.

—Espera —me agarra del brazo—, me gustaría volver a verte e invitarte a salir. ¿Aceptarías?

Lo miro un poco dudosa, y él parece notarlo. 

—¿Tienes un bolígrafo?

—Claro. —Saca un bolígrafo de su saco y me lo extiende—. Toma.

Agarro una servilleta y escribo sobre ella mi número de teléfono.

—Toma. Solo llámame. Aceptaré esa salida, incluso te llevaré a conocer más la ciudad, si quieres.

Sujeta el papel y sonríe.

—Será todo un placer verte de nuevo y conocer la ciudad a tu lado. —Me da un beso en la comisura de mis labios. Siento todo mi cuerpo ruborizarse ante tal acto—. Nos vemos,Emma.                                                                                                                                        

—Nos vemos, Alexeyn.

Salgo de la cafetería y camino hacía los elevadores que llevan al estacionamiento.

Un mes después

Salgo de la universidad acompañada de mis compañeros de carrera. Decido ir a visitar a mis padres, por lo que tomo mi auto y conduzco hasta su casa al norte de la ciudad. Cuando llego, mamá está en el jardín regando sus plantas. Abro la puerta con lentitud y entro en silencio.

—Es inútil que lo intentes, Emma. —Bufo y camino hacia ella—. Llevas toda la vida haciendo eso y aún no logras tu cometido.

—¿Cómo es que siempre sabes que soy yo, mamá? —Me acerco a ella y le planto un beso en la mejilla.

—Hija, puedo oler ese perfume tuyo a distancia. Además, no eres nada sigilosa. —Reímos. Se levanta y se deshace de sus guantes de trabajo—. Que bueno que nos visitas, cariño. —Me da un abrazo—. Te extrañamos mucho.

—Ustedes también me hacen mucha falta, mamá, pero amo mi independencia. —Me da un apretón en la mejilla—. ¿Cómo está papá? 

—Está en su taller. Sabes que es su lugar favorito.

Mi papá es dueño de su propia empresa, la cual se dedica a la elaboración de muebles y acabados de madera. Tiene su propio taller en casa. En él trabaja y hace sus propios diseños.

—Iré a verlo.

Camino hacía la parte trasera del jardín de mamá y entro a su taller. 

Corta con su máquina pequeños tablones de madera. Cuando termina, alza la mirada. Me sonríe y deja a un lado lo que hace.

—Me alegra tanto verte, mi pequeña. —Se acerca a mí y me abraza—. Ya me hacía falta ver a mi solecito.

—Yo también me alegro de verte, papi. Te extrañé mucho.

—Sabes que las puertas de esta casa siempre estarán abiertas para ti.

—Lo sé, papá, siempre lo tengo en cuenta.

—Cariño, Emma, ya está lista la cena. ¿Te quedas a cenar? —Será un gusto, mami.

Cuatro semanas después

Han pasado dos meses desde el día en que conocí accidentalmente a Alexeyn. Salimos en varias ocasiones. Luego de un par de salidas y conocernos un poco más, me pidió que fuera su novia.

Un mes atrás

Nos encontramos a las afuera de la ciudad en una pequeña cabaña, donde Alexeyn me trajo a pasar un día de campo.

—El lugar es muy hermoso, Alexeyn.

—Es perfecto para lo que tengo planeado. —Se para frente a mí, toma mis manos y me mira a los ojos con una sonrisa—. Emma, me gustas desde el primer momento en que te vi. Todo este tiempo que llevamos conociéndonos ha sido muy especial para mí. Ha hecho que me enamore como un loco de ti. Por eso esta tarde me atrevo a preguntarte, ¿quieres ser mi novia?

Una sonrisa se dibuja en mis labios y una pequeña risa los abandona. 

Me observa con ternura.

—Claro que acepto. Sí, quiero ser tu novia, Alexeyn.

Me lanzo a sus brazos. Me recibe y junta nuestros labios en un conmovedor y apasionado beso.

—Te prometo hacerte feliz, Emm. Te lo prometo.

Actualidad 

Hoy preparé una cena muy especial en mi departamento.

Alexeyn y yo cumplimos un mes de novios y quise hacer algo especial.

El timbre suena. Observo el reloj; ya casi son las seis, así que debe ser él.

Camino hacia la puerta y la abro. Lo veo frente a mí vestido con un pantalón de mezclilla ajustado color azul y una camisa blanca recogida hasta sus codos. No tiene corbata ni saco. Sujeta un hermoso ramo de rosas rojas en sus manos.

—Lamento la tardanza, amor. —Me da un casto beso—. Había mucho tráfico.

—No te preocupes, llegaste a tiempo.

—Feliz aniversario, cariño. —Me entrega el ramo—. Espero que te encanten.

—Me encantaron, y mucho, al igual que los otros quince ramos que recibí hoy, cariño. En serio, no debiste molestarte, con uno solo bastaba.

—No es molestia, nena. Solo quería llenar de sus flores favoritas a mi novia en un día tan especial. Eso es todo. 

Me toma por la cintura y reparte besos por mi cuello. Después sube por mi mentón y llega a mis labios, que muerde con suavidad.

—La cena se enfriará. Vamos, ya está lista. 

Lo sujeto de la mano y camino con él en dirección al balcón.

Cuando nos acercamos, se puede apreciar la mesa decorada con los platos ya servidos, las copas, la botella de champagne y un hermoso candelabro con velas rojas.

Contempla todo con una sonrisa. Luego me mira y me abraza.

—No debiste hacer todo esto, nena.

—Es la manera de agradecerte lo feliz que me has hecho este tiempo a mi lado.

—El que debe agradecerte por hacerlo tan feliz soy yo. Me has hecho tan feliz, Emm. —Me da un casto beso—. Necesito que cierres los ojos y voltees, nena.

Asiento. Cierro los ojos un momento y me giro, dándole la espalda. Mueve mi cabello hacia la derecha y coloca algo sobre mi cuello. Me da un beso en el hombro.

Abro los ojos y toco la cadena que cuelga de mi cuello. Es de color plata y tiene un dije en forma de corazón. Las letras A&E están dentro de él.

—Es muy hermoso, Alexeyn.

—Quiero que te lo pongas todo el tiempo. Siempre que lo lleves puesto llevarás una parte de mi corazón contigo.

—Te amo, Alexeyn.

—Te amo, Emm.

Después de una cena sumamente exquisita y platicar todo lo que hicimos en el día, nos sentamos en el sofá para ver una película.

—Amor, mañana viajaré a Miami. Al parecer, h**o un problema en una de las plantas y me necesitan.

—¿Cuándo regresarás?

—Solo serán unos días, nena.

Me subo a horcajadas sobre él y comienzo a besarle en el cuello.

—Sabes que te voy a extrañar mucho.

—Yo más, nena.

Empieza a repartir besos por mi cuello. Luego sube poco a poco y me besa; mueve su lengua dentro de mi boca. Mi respiración se corta. Sus labios son mi droga. Muerdo su labio inferior y escucho un gruñido salir del fondo de su garganta. Me deleita tan solo escucharlo gruñir.

—Quiero hacerte tantas cosas antes de irme —susurra en mi oído—. 

Eres una diosa, nena.

—Nadie te detiene. Hazlo.

Levanta poco a poco mi vestido hasta mi cintura, dejando ver mis pequeñas bragas de encaje blanco. Baja el cierre, me incorpora y lo deja caer al piso. Me agarra de la cintura. Enredo mis piernas en su cintura y pongo mis manos en su cuello. Camina conmigo hacia la recámara mientras reparte besos en mi cuello.

Abre la puerta sin dejar de besarme, me tumba en la cama y se acomoda entre mis piernas. Entretanto, reparte besos por mi hombro hasta bajar a mis senos. Desabrocha mi sostén y me lo quita. Empieza a besar y a morder mis pezones. Al mismo tiempo, los masajea con sus grandes manos.

—¡Mierda! —gime—. Amo tus senos.

—Yo te amo a ti… —gimo cuando masajea más mis senos— y todo lo que me haces.

Deja un camino de besos por mi abdomen hasta llegar a la parte baja. 

Con sus dedos, empieza a masajear mi monte de Venus.

—¡Alex, por favor!

—¿Por favor qué, Emm? —Mueve sus dedos más rápido—. Solo pídelo.

—Te necesito, Alex.

De un tirón rasga mis bragas e introduce dos de sus dedos en mi feminidad.

—Más rápido… Por favor, más.

Empieza a dar movimientos circulares y a masajear mi clítoris.

Abre mis piernas y de una sola estocada se entierra dentro de mí.

—¡Oh, Dios!

Se mueve de forma frenética dentro de mí, llenándome de sus estocadas cada vez más fuertes.

—Aguanta un poco más, nena. Un poco más.

Comienza a moverse rápido.

Después de un par de estocadas, siento cómo termina. Me llena con su semilla.

—Te quiero, Alexeyn. —Lo abrazo cuando cae sobre mí—. Te estás volviendo mi mundo.

—Y yo a ti, nena. —Se hace a un lado, me sube a su pecho y masajea mi espalda con sus manos—. Tú ya eres mi mundo, nena. —Me da un beso en la cabeza y me abraza.

Los dos caemos rendidos en los brazos de Morfeo.

                                     * * *

Me levanto por los rayos de sol que entran por la ventana de mi cuarto. Abro los ojos y me giro. No veo a Alexeyn a mi lado. Me pongo una bata y salgo en su búsqueda. Veo el desayuno servido en la mesa junto a una nota y una rosa a su lado.

Gracias por la noche tan especial que me regalaste, nena.

Te dejo el desayuno hecho. ¡Disfrútalo!

Tuve que salir temprano. Si no, perdería el vuelo, nena.

En unos días estaré de vuelta. ¡Besos! ¡Te amo!

Alexeyn D. ♡

Una semana después

Ha pasado una semana desde que Alexeyn se fue y no he sabido nada de él. Solo me mandó un mensaje ayer, que decía que estaba muy ocupado, que luego me marcaba, cosa que nunca sucedió.

Es sábado.

Como no tengo tareas de la universidad que hacer, decido ir a visitar a mis padres.

Me doy una ducha y me coloco un conjunto deportivo.

Manejo hasta la casa de mis padres, me estaciono en el garaje y me bajo. Toco el timbre, ya que dejé mis llaves. Escucho la puerta abrirse y me encuentro a mi madre.

—Emma, ¿cómo estás, mi cielo? Te extrañé. —Me abraza con ternura—. 

Nos tenías algo abandonados.

—Lo siento, mamá, la universidad me tenía algo atareada. Te extrañé.

—¿Y a mí no me extrañas, mi sol?

Levanto la mirada y me encuentro con mi padre en la sala. Me mira con cariño.

—¡Papá! —Camino hacia él y lo abrazo—. Te extrañé mucho, papito.

—Y yo a ti, pequeña. Lo eres todo para mí. —Deja un beso en mi frente—. ¿Como ha estado mi pequeña?

—Bien, papito. Siento tenerlos tan abandonados. Me hacen mucha falta.

—Tú también nos haces falta, cielo. Extrañamos tenerte aquí. —Mi madre se acerca—. Sigo diciendo que fue un error haberte dejado ir a vivir sola.

Entorno los ojos ante sus reclamos. Mi padre solo ríe.

—¿Te quedarás a cenar hoy con nosotros?

—Claro, papito. Extraño la comida de mamá.

Platico con ellos toda la tarde.

Ayudo a mi madre a cocinar mientras le platico cómo me va en la universidad.

Mi papa me cuenta sobre los nuevos proyectos que está creando y mamá sobre los clases de repostería que está tomando.

Llega la hora de la cena.

Ayudo a mamá a servir la cena y nos sentamos a comer. —Tu hermana nos ha llamado. Nos tiene una sorpresa. —¿Está embarazada? —curioseo. Mi padre se ahoga con el refresco y mi madre me da una mirada espantada—. ¿Qué? Eso sería normal, ¿no? 

—No creo que esté embarazada, cariño. —Mi madre ríe—. Dijo que nos alegrará mucho.

—Me alegra que venga a visitarnos. Desde que se marchó a Boston, no la volví a ver.

—Haremos una pequeña cena el día de su llegada. Espero que puedas asistir, pequeña.

—Aquí estaré ese día, papá.

Luego de un rato más con mis padres, me despido de ellos y regreso a mi departamento.

Me baño, me coloco mi pijama y me acuesto. Reviso mi móvil; no hay señales de Alexeyn, y eso me preocupa. ¿Será tan grave lo de su empresa?

                                    * * *

Pasan dos días y sigo sin tener noticias de Alexeyn. 

Salgo de la universidad y voy al súper a comprar algunas cosas para llenar mi despensa.

Hago un poco de limpieza en mi departamento y cocino algo leve para mí.

El timbre suena. Observo el reloj; son pasada las ocho de la noche.

¿Quién puede ser a estas horas?

Camino hacia la puerta y abro. Alexeyn está parado frente a mí con una mirada seria.

Me cruzo de brazos y lo fulmino con la vista.

—Necesitamos hablar, Emm.

—¿Qué pasa, Alexeyn? Me dijiste que regresaría en unos días. Pasé una semana sin saber nada de ti. Pasan cuatro días más y tampoco sé nada de ti, ¿y te apareces en mi puerta diciendo que necesitamos hablar?

Me hago a un lado, lo dejo entrar y cierro la puerta. 

Camino hacia la sala, me siento y me cruzo de brazos.

—Te escucho.

—Emma, te mentí. —Sus palabras me toman por sorpresa, dejándome muda—. Te mentí desde el inicio.

—No te estoy entendiendo, Alexeyn. ¿De qué hablas?

Mi pecho empieza a oprimirse y mi corazón late con rapidez.

—Aquella tarde en la que te conocí en el centro comercial acababa de llegar para cerrar unos negocios de la empresa. Desde que te vi, quedé flechado contigo, Emm. A pesar de que te llevo diez años, me gustaste mucho. Me pareciste una muchacha muy linda. No sé por qué empecé a salir contigo, pero con cada salida quedé más flechado contigo.

—¿En qué me mentiste, Alexeyn? Porque todavía no entiendo nada.

—Emm, mantengo una relación con una chica y nos acabamos de comprometer.

Sus palabras retumban en mi mente. La cabeza me empieza a doler y un leve mareo me golpea.

—¿Por qué? —Las palabras abandonan mi boca—. ¿Por qué me mentiste, Alexeyn?

—Perdóname, Emm. Jamás pensé que llegarían tan lejos las cosas contigo, pero con cada salida me cautivabas más y más. No sabía cómo alejarme de ti.

—¡Y una m****a! —Me levanto de golpe del sofá—. Jugaste todo este tiempo conmigo. Eres un maldito.

Mis ojos se llenan de lágrimas. Empiezo a gritar histérica.

—Nunca jugué contigo, todo lo que te dije era cierto.

—¿Por qué no me dijiste que tenías pareja?

—En ese momento estábamos en un bajón en la relación y ahora ya todo se arregló. No puedo seguir mintiéndole ni mucho menos a ti, Emm.

—No te quiero volver a ver en mi vida, Alexeyn. Es mejor que te marches y no vuelvas a buscarme más.

—Emm, de verdad lo lamento mucho. No quise lastimarte. —Se acerca. Cuando intenta tomarme las manos, impacto mi mano sobre su mejilla.

—Pues lo hiciste. Felicidades, me hiciste m****a, Ahora lárgate, no te quiero volver a ver.

Camino hacia la puerta con rapidez, la abro y me hago a un lado. Espero que se marche.

—Lamento todo esto. Te quiero, Emm. 

Se va. 

Tiro la puerta, desquitando todo el enojo y dolor que emanó por dentro.

Tres semanas después

Llevo días sintiéndome mal. He tenido mareos, náuseas, vómitos y una sensación rara en el estómago. Hoy me desmayé en la universidad, así que decidí ir al médico para saber qué es lo que tengo. Puede ser a causa de todas las noches que llevo sin dormir. Lloré por lo que me hizo Alexeyn. Ya debí enfermarme por no alimentarme bien.

Luego de unas preguntas y unos exámenes, el médico me hace regresar a su consultorio.

—Ya me han llegado los resultados de tus exámenes, Emma.

Los abre y los lee con atención. Su semblante es serio, y eso me hace sentirme un poco ansiosa.

—¿Qué sucede, doctor? ¿Es grave lo que tengo?

—Los síntomas son totalmente normales en tu estado, Emma.

—¿En mi estado? No entiendo a qué se refiere, doctor.

Me entrega los resultados de mis exámenes y me sonríe.

—Felicitaciones, estás embarazada.

«Estás embarazada».

«Estás embarazada».

Aquellas palabras retumban en mi mente. 

Mis manos se aferran a aquel delicado papel y mi mirada recae en aquel positivo marcado de color naranja en los resultados.

—Esto no puede ser verdad. Debe haber un error, no puedo estar embarazada.

—Lo estás. Tienes aproximadamente cuatro semanas de embarazo, Emma.

¡¿Ahora qué voy a hacer?! ¿Cómo le explicaré a mis padres que estoy embarazada de un hombre que me mintió todo este tiempo y que ahora no quiere saber nada de mí?

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