Capítulo 03

Isabella

Hoy iré a casa de Christine, quiero ver el rostro de mi hermoso guapo, quiero ver su cara cuando me vea allá, sé que me reconocerá, al momento mi presencia quizás lo tome por sorpresa, puede que hasta no reaccione y haga de cuenta que no me conoce, lo cual no importa porque estoy dispuesta a conquistarlo. Sé que lo hare, anoche me dejó en claro que se sintió muy atraído por mí.

Mi amiga Sheila entra a mi habitación dejando su bolso en mi cama, mejor dicho sus bolsos. Suele ser un poco bastante exagerada cuando se queda fuera de su casa, pareciera más bien que se ira de viaje por semanas.

— ¿De verdad vas a ir? — me pregunta destapando su esmalte, la idea de presentarme en casa de Christine no les pareció a ningunos de mis amigos.

—Sí, quiero verlo, y es mejor si sabe de una vez quien soy ¿Además, que tan grave puede ser?— ella comienza a pintar sus uñas.

—Pero sabes que te va a ignorar, los hombres como él solo se fijan en mujeres de su edad amiga — me encojo de hombros. Confío en que no será así. Los hombres se fijan en lo que más le llamen la atención.

—No importa, lo seduciré hasta conquistarlo — ella me mira fijo, algo me dice que mis amistades buscaran la manera de oponerse a mi invento.

— ¿Por qué te encaprichaste con él? — suspiro ¿Qué tan difícil es aceptar que me gusta? Son mis amistades y deberían de apoyarme, o puede que tengan razón y sea correcto ¿Tan malo será el querer conquistar a ese hombre por un rato?

—No lo sé, quizás porque me encanto demasiado ¿Es que no viste lo hermoso que es ese hombre? Me desorienta cuando lo veo —comienzo a organizar mi bolso.

—Tienes que tener cuidado Isa, los chicos no están contentos — me informa algo que ya sabía. Spencer me lo hizo conocer ayer con una llamada que me realizó.

— ¿Que te han dicho? — camino en busca de un bloqueador. Les apuesto a que dijeron que estoy loca y que me harán entrar en razón.

—Que estás loca y que terminaras herida porque él puede aprovecharse de ti, les doy la razón a ellos —me detengo a pensar en eso.

—Yo no tengo planes de enamorarme, al menos no por ahora, y si es así lo enamorare a él también. Sheila intento divertirme por el momento— ella rueda la mirada, no le convence para nada mi locura.

—Eso piensas ahorita, ¿Y mañana? En tal caso que se fije en ti querrá acostarse contigo ¿Qué harás? Soy partidaria de que no lo hagas — Le doy un abrazo fuerte.

—Si me siento cómoda lo hago, estoy dispuesta a perder mi virginidad con él, sabes que eso es lo que más deseo, quiero saber que se siente estar con un hombre de esa edad, espero no me embarcarme, nunca se sabe— cubre sus ojos, mucho drama para mí.

— ¡¿Te volviste loca?! No te acostaras con ese sujeto, al menos date la oportunidad de conocerlo y de que él te conozca a ti — pregunta con histeria.

— ¿Qué tiene de malo? Y si, es mi pensado, seducirlo y entre los juegos darnos a conocer poco a poco — de haber querido acostarme con él ya lo hubiese hecho anoche.

—Se supone que uno entrega ese tesoro cuando estas con la persona que amas, no con cualquiera — mi amiga se toma las cosas muy apecho. Y no pretendo hacerlo con cualquiera, pude haberlo hecho hace mucho con cualquier otro hombre.

—Sabes que yo no pienso de la misma forma amiga, no me voy a enamorar, no quiero hacerlo ahora, aun soy joven para eso, sé que también puede ocurrir, no niego la posibilidad. Y si me pongo a esperar al hombre correcto moriré virgen, nunca sabremos cual es el correcto —ella suspira cansada, ha perdido la guerra conmigo — Escucha, algo me dice que entregare mi tesoro preciado a un buen sujeto, desde que lo vi me gustó y me causó confianza, tanto que estoy dispuesta a dar ese paso tan importante con él si se puede, si noto que no vamos bien me retiro — Sé que al decirle eso la tranquilizará un poco.

—Si tú lo dices está bien, no te enamores, si ves que las cosas se complican déjalo y ya — está preocupada por mí, tan bella mi amiga.

—Está bien, pero tranquila que no pasará — y claro que no será así.

Christian

Anoche antes de venirme le hice entrega en sus suaves manos un pequeño papel con mi número, esa pequeña seductora me ha dejado con unas ganas enormes a tal punto de mandarme directo al baño a masturbarme, ¡Que locura! Me encanta su cuerpo, quiero volver a verla, es muy hermosa, ¿Cómo se llamará? Tiene rostro de joven, no debe de ser muy mayor, su cara aun es de bebé, y así me gusta, mejor dicho, me trae loco ¿Cómo pudo emocionarme en tan pocos minutos? Definitivamente tengo que volver a verla.

Su rico aroma aún permanece en mis fosas nasales, tiene una piel suave, un rostro precioso, ese color de ojos me hizo desearla más. Debo saber más de ella, conocerla, informarme de su vida, ella es distinta a muchas de las mujeres que he conocido y de las que han intentado meterse por mis ojos, me fascino el hecho de que jugara conmigo y de que me dejara en la pista de baile prendido en fuego, fue atrevida, muy atrevida.

— ¿Entonces se fue dejándote en la pista de baile? — me pregunta Brando desde su asiento.

—Sí, jamás una mujer me había provocado de ese modo y de menos dejarme así tan calenturiento — suelta la carcajada, es la primera mujer que me abandona en una situación tan ardiente, y lo que más me sorprende es que ninguna mujer me había hecho caer tan rápido en sus encantos.

—Aun no puedo creer que tú, Christian Montero le haya tocado ir al baño a batir las claras de huevos — vuelve a soltar la carcajada —Esa chica me agrada.

—Cállate — le lanzo un libro — ¿Y sabes qué? — Me mira intrigado — Eso me gustó — frunce el ceño.

— ¿Te gustó que te dejara con el pito bien armado? — Niega sorprendido — ¿Estás loco? — lo sé, a ningún hombre le agradaría eso, pero a mí me gustó.

—Sé que suena loco, pero sí, me gustó, eso me dice que no es como las otras chicas con las que me acuesto, ella parece que le gusta jugar y me encanta que lo haga — mi amigo me mira desconcertado y no lo culpo, este no soy yo.

—Si tú lo dices — se encoje de hombros

—Por cierto ¿Qué haremos en la noche? Unos nuevos amigos de mi hermana vienen y no quiero estar aquí compartiendo con universitarios — él sonríe.

—No lo sé, ¿Vamos a donde fuimos anoche? — acepto encantado, quizás la vuelva a ver allá.

—Por supuesto, puede que me la encuentre ahí nuevamente — rueda la mirada fastidiado ya de mi tema con ella.

—Olvídate mejor de esa chica, es muy posible que ni la vuelvas a ver — me niego a pensar que pase aquello. El sonido de la puerta hace que me salga de mis pensamientos por un momento.

—Hermano, ya llegaron mis amigos, por favor no me avergüences delante de ellos — ¿Avergonzarla? Por favor, si más bien quiero irme de aquí.

—Está bien, no bajare, tranquila, esta noche saldré de la casa — asiente y sale cerrando la puerta alegre porque no estaré.

—Bien, Cuéntame algo ¿Qué haremos por fin el lunes? ¿Viajaremos o no? — Paso la mano por mi rostro recordando que tenemos que cerrar un negocio fuera del país.

—No lo sé aun, tenía pensado en mandarte a ti y a Reynaldo — se alza de su silla.

—¡No, con Rey no por favor! — rio por su expresión, Reynaldo suele ser algo imperativo y eso muchas veces nos agota.

—Sabes que él tiene más agilidad para ganarse a los clientes, con su carisma y manera extrovertida de ser se los mete en el bolsillo — Rey también es mi amigo, y como negociante es el mejor de todos.

—No digo lo contrario. Está bien, tocara irme con el loco ese — le entrego una carpeta donde yacen los documentos que usaremos para la negociación.

—Llévate esto, no creo que nos dé oportunidad de mirarnos el lunes, deben irse temprano — lo toma.

—Como digas — miro por la ventana a ver que hacen las nuevas amistades de mi hermana y no están aún ahí.

—¿Me harías un favor? — me centro en él.

—El que desees hermano — tomo asiento y enredo mis dedos.

—Ayúdame a encontrarla — se queja con fastidio, volví a mi tema inicial.

—¿Y cómo? No tenemos ni una foto de esa chica, en realidad nada — intento hacer memoria, debe haber algo.

—¿Si preguntamos en la disco? El de seguridad podría recordarla — se ríe con sarcasmo.

—Aja ¿Cómo la recordaría? — despeino mi cabello.

—Simple, era la única pelirroja en la fiesta — eleva su ceja.

—¿Es pelirroja? ¿Por dios Chris es en serio? ¿Debo ir allá averiguar? — asiento, tiene que hacerlo, soy su amigo.

—Tengo que volver a verla, estoy hechizado — No cree lo que sus ojos ven.

—Esto tiene que saberlo Reynaldo, definitivamente tiene que saberlo — cubro mi rostro, donde se llegue a enterar que ando en la búsqueda de una joven me armará una burla de meses.

—Le llegas a decir y te dejo en la calle — lo amenazo.

— Es que tiene que saberlo. Cris ¿En serio debemos armar una búsqueda? — confirmo que sí.

—Brando, tengo que encontrar a esa mujer sea como sea, me urge encontrarla — No sé qué clase de hechizo me lanzó aquella pequeña seductora, pero sea lo que sea me logró atrapar.

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