Alberth La mañana estaba soleado, pero mi mente estaba nublada por la preocupación. Tenía una reunión importante que me obligaba a viajar, algo que no deseaba en absoluto. Dejar a mi esposa, Valeria, en su estado de sensibilidad y malestar causado por el embarazo me pesaba. Últimamente, se había mostrado irritable, amargada y sumamente sensible, y la idea de alejarme de ella en este momento me resultaba difícil de aceptar. Pero no tenía otra opción.Me levanté de la cama, todavía sumido en mis pensamientos. Valeria dormía plácidamente, ajena a mis inquietudes. Entré a la ducha y dejé que el agua caliente relajara mis tensiones mientras mi mente no dejaba de dar vueltas. Pensaba en cada detalle de nuestra vida reciente, en los secretos que Edward había guardado en ese sótano y también en mi preocupación por Jocelyn. ¿Cómo puede estar con un hombre que la maltrata? Siempre fue una mujer fuerte, hasta brusca y déspota. Nunca imaginé que caería tan bajo como para estar en una relación co
MARTHA. Daba vueltas en la sala, inquieta, mientras mi esposo me observaba con esa mirada llena de furia. Estaba fuera de sí, tiraba cosas por todas partes y gritaba como un loco, desahogándose con mi hijo. —¡Eres un imbécil! ¿Cómo es posible que no pudiste manipular a esa mujer? Te envié lejos para prepararte, ¡y mírate ahora! ¿Cómo vamos a quedarnos con la herencia de mi hermano si ese hombre se da cuenta de lo que hicimos? Va matarnos o hundirnos a todos.Mi hijo, temblando, intentaba defenderse. —No me metas en eso, yo no soy un asesino... ¡Ustedes lo son! Gracias a ustedes estamos en esta situación. ¿Por qué no dejan en paz a Valeria? Ella es inocente, ya acabaron con su padre, con su padrino... ¿Qué más quieren?—Replico furioso.No pude más. Me acerqué a mi esposo, harta de su constante hostigamiento.—Ya basta. Si él se da cuenta de todo, estamos acabados. ¿Qué piensas hacer entonces?—, le grité, sintiendo cómo mi propia desesperación crecía. Él solo me miró con desprecio, si
Valeria.Mientras caminaba por el pasillo de productos para bebés, estaba absorta con tantas cosas, queria cómprar de todo, y llenar el armario de mi pequeño, sin embargo debia abstenerme, deje de ver los artículos de bebe, cuando escuché mi teléfono sonar. Al ver el nombre de Jared en la pantalla, solté un suspiro profundo. Habíamos decidido cortar todo contacto, y ahora, aquí estaba él, llamándome de nuevo.—¿Qué sucede, Jared? —pregunté, tratando de mantener mi tono neutral—. Pensé que habíamos decidido no hablar más.—Valeria, por favor... aún somos amigos, ¿no? Podríamos hablar, arreglar nuestras diferencias. Te extraño, como amigos —su voz sonaba casi vulnerable, algo que no esperaba.Me quedé en silencio un segundo, dudando. Jared había sido importante en mi vida cuando estaba sola en los ángeles, pero últimamente las cosas se habían complicado. No estaba segura de si lo correcto era volver a verlo.—Está bien —cedí al final—. Te daré la dirección. Estoy por ir a la plaza, cerc
AlberthAl llegar a la capital, me sentía abrumado. El día anterior había sido agotador; Marcus y yo estuvimos midiendo el terreno bajo el sol, lo que me dejó completamente exhausto, incluso llovió, ahora voy en camino manejando a toda prisa, pero noto cómo mi cuerpo arde en fiebre. ¿Qué me pasó? Todo fue muy rápido, el calor, la lluvia que me empapó después, y este cansancio que no consigo sacudirme. Mi cabeza da vueltas y siento que el malestar se apodera de mí.Traté de mantener la calma, controlar lo que sentía, pero todo empeoró sin darme cuenta. Antes de que pudiera reaccionar, choqué con un auto. El impacto fue brutal, y un dolor punzante recorrió mi cuerpo. Sentí cómo la adrenalina me nublaba los sentidos.—¿Se encuentra bien, señor? —escuché una voz distante. Apenas podía concentrarme.—Lo siento… no lo vi… sólo, por favor, lléveme al hospital más cercano… —logré decir con esfuerzo. Mi boca estaba seca, las palabras no salían como quería, mi cabeza dolía, un poco. Creo que
Joselyn El aire me faltaba mientras los golpes seguían cayendo sobre mí. —¡Basta, por favor! No lo hagas— supliqué, pero él sólo respondió con una risa cruel.—Eres una maldita perra— gruñó, mientras me jalaba el cabello con tanta fuerza que sentí cómo mi cuerpo, ya entumido, cedía bajo su control. —¿Cómo puedes ser capaz? ¿Por qué me haces esto? Alberth no te ha hecho nada... ni su esposa— Pero él no me escuchaba, no le importaba.—Sabes muy bien por qué me acerqué a ti— respondió con su tono frío, sin rastro de compasión. —Ese hombre, Alberth Sandoval, es mi peor enemigo. Y su esposa... esa mujer es peor. Tú no entiendes, lo que hizo su padre. Destruyó mi familia y ahora me toca destruirlo a él, y a su hijita Valeria también. Pero tú no estás ayudando como deberías.Su amenaza era clara, retumbando en mi cabeza.—Si vas y abres tu bocota, te mataré, y luego iré por tu madre. Le cortaré la garganta sin pensarlo—. Sus palabras me atravesaban como cuchillos. No sólo mi cuerpo estaba
Valeria.Observaba a mi esposo mientras dormía. Alberth por fin, se veía mejor después de ese accidente que me había asustado tanto. ¡Qué barbaridad! Todo por culpa de ese tal Marcus. ¿Cómo se atrevió a hacer que Alberth fuera a ese lugar bajo el sol, solo para terminar mojándose y enfermo? Me hervía la sangre de solo pensarlo, pero ahora no era el momento de confrontarlo. Dejé que mi mente vagara mientras observaba cada detalle de la caja que mi padre había dejado. ¿Qué secretos guardaría? ¿Habría algo dentro que revelara las respuestas que tanto busco? Solté un suspiro de frustración, coloqué la caja en su lugar y salí al jardín. Eran más de las diez de la mañana, y parecía que mi esposo aún no despertaba. Anoche había tenido mucho dolor en las costillas y algo de fiebre, así que decidí no molestarlo.Mientras bajaba, me crucé con una de las empleadas. Le pedí que me llevara el desayuno al jardín, y ella asintió antes de retirarse. Al salir, vi a Martha hablando por el móvil, aparent
Valeria Me desperté con una sensación extraña, una mezcla de deseo y cariño que me envolvía al verlo a mi lado. —¿Sabes qué?— mencionó acariciando mis labios, su tono era en voz baja, mientras lo observaba. Él me miró curioso, esperando mis palabras.—Dime.—Me desperté con unas ganas inmensas de hacerte el amorÉl sonrió, pero enseguida negó con la cabeza.—No puedes... no así como te sientes—, le dije y el sonrió negando, aunque noté el brillo en sus ojos, ese brillo que solo salía cuando quería más. Hizo un puchero adorable, como si se resistiera a mis palabras. Sus manos, sin embargo, decidieron ignorar nuestra conversación y comenzaron a deslizarse por mi cuerpo. Sentí cómo bajaba suavemente mi panty.—¿Qué estás haciendo?— le susurré, tratando de detenerme, aunque mi cuerpo ya estaba respondiendo.—Por favor... solo quiero tocarlos— murmuró. Sus dedos rozaron mis pechos, hinchados por el embarazo. —¿Puedo?—preguntó con una mezcla de ternura y deseo.Suspiré, sin poder resistirm
Valeria.Me quedé paralizada, escuchando cómo planeaban destruir a Alberth. Mi esposo, el hombre que amaba más que a nada en el mundo, estaba en peligro por culpa de estas personas en quienes había confiado toda mi vida. ¿Por qué tanta traición? ¿Cuál era su objetivo? Martha y Jared, no podía creer.Intenté moverme, pero tropecé con alguien. Al levantar la vista, me encontré con Thiago Bravetti, el hombre que buscaba venganza. Su mano se cerró con fuerza alrededor de mi brazo, y grité con todas mis fuerzas, esperando que alguien me ayudara. Jared se acercó, su expresión reflejaba sorpresa, pero también algo más... algo que me aterrorizaba.—Ah, a ti quería encontrarte —susurró Thiago, su voz cargada de odio. Al instante, Martha y Edwin me miraron con sonrisas que me helaron la sangre.—Señor Thiago, ella es la hija del asesino de su familia —espeto Edwin, pero noté la sorpresa en los ojos de Jared.Mi mente corría, tratando de entender qué estaba pasando. Edwin mencionó que todo el ti