Capítulo98
Alejandro asintió y se acercó a Clara, mirándola sin expresión.

Ella tenía dos lágrimas claras en su pequeña cara, resplandeciente como la luna, parecidas a las flores frescas en el rocío de la madrugada. Su cabello negro ocultaba parte de sus hermosas mejillas, lo que hacía que sus labios rojos y sus dientes blancos parecieran aún más conmovedores.

Clara se sintió avergonzada y sus mejillas se sonrojaron. Una lágrima cayó de sus largas pestañas como una estrella caída al mundo.

Alejandro se sorprendió y su pecho se agitó con cada movimiento de sus pestañas.

—¡Mocoso, discúlpate con tu esposa! —Fernando lo regañó con enojo.

—¿Por qué yo? Ella no está llorando por mí —preguntó Alejandro confundido.

—¡Porque Irene es tu mujer! ¿No te das cuenta de que cuando tu mujer llora, debes consolarla? ¿No tienes boca para disculparte? —Fernando lo miró enojado.

—Abuelo, Clara y yo ya nos hemos divorciado, yo no soy...

—No has hecho nada bueno por ella en los últimos tres años, así que te debes dis
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