Capítulo976
Alejandro se giró bruscamente, un aroma dulzón y familiar llegó de repente a sus sentidos, tocando las cuerdas de su corazón.

Clara se acercó a él, con sus ojos brillando, apoyando los brazos a su lado y aprisionándolo bajo sus labios suaves y redondos.

Ante él estaban los labios tiernos y exquisitos de ella, húmedos como si estuvieran impregnados de rocío matutino, una tentación mortal que hacía que sus mejillas ardieran, y su garganta se entumeciera.

—¿Olvidaste lo que te dije antes? — Clara, con sus delicadas manos, siguió sus amplios hombros hacia abajo, llegando al pecho y luego a la cintura, donde los músculos duros de su abdomen se ocultaban bajo el traje.

El corazón del hombre latía a mil por hora, sus ojos, enredados en un brillo acuoso, perseguían los labios rojos como amapolas.

En el momento en que Alejandro no pudo resistir la tentación de besarla, de repente, sintió que sus dedos se quedaban suspendidos en el aire.

Clara le quitó el cigarrillo, lo sostuvo entre sus labios
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