Capítulo804
—Sí, Enrique— respondió. Después de dar la orden, Enrique sacudió la cabeza con pesar y salió de la habitación del hospital con pasos apesumbrados y pesados. Ni siquiera miró a Ema una vez más.

Ema, con la boca medio abierta, temblando de pies a cabeza, poco a poco se dejó caer hasta que finalmente se arrodilló por completo en el suelo. Llorar o hacer un escándalo ya no servía de nada. Ahora, si quería morir delante de él, ese hombre ni siquiera estaría dispuesto a quedarse junto a ella, ni a mirarla por más de una vez.

—Enrique, ¿acaso ya no me amas en absoluto? ¿O tal vez solo soy una sustituta para alguien más? Tal vez nunca me has amado de verdad— pensó Ema. Rio sin razón, como si hubiera perdido la razón, asustando a los guardaespaldas. —Señora, ¿estás bien?

—Estamos juntos en esto— continuó murmurando para sí misma. —Nunca te amé. Nunca te amé de verdad.

—Pero, Enrique, sabes de cualquier manera, gané, y salí adelante. Porque la mujer que más has amado en tu vida, yo la maté con
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