Capítulo812
El chofer murió en el acto, y el guardaespaldas que iba en el asiento delantero estaba siendo atendido, aunque sus posibilidades de sobrevivir eran muy escasas. Eduardo, quien estaba en el asiento trasero, a pesar de sufrir heridas graves en el rostro y una cabeza ensangrentada debido a los cristales rotos, al menos logró salvar su vida. Sin embargo, había perdido sus piernas para siempre debido a las graves fracturas óseas.

Simón consultó a más eminentes cirujanos de todo el país, pero ninguno tenía una solución para que su hijo pudiera volver a ponerse de pie.

Un día, la familia se sentó en la sala, llena de preocupación. Vanessa, la tercera hija, sollozó: —¿Por qué tuvo que pasar esto? El camino estaba tan despejado, Javier lo recorría todos los días. ¿Cómo pudo ocurrir un accidente de esa magnitud?

Pol, sentado a un lado, cruzó las piernas con elegancia y bebió café con gran tranquilidad. Respondió con indiferencia: —Viajar por la misma carretera todos los días no garantiza que no
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