Capítulo583
De repente, Alejandro apartó la neblina de sus ojos, y un toque enrojecido surgió en ellos.

En ese momento, Clara volvió a transmitirle una sensación inexplicablemente familiar, y los latidos de su corazón se detuvieron por un instante.

Tomó el desinfectante y el ungüento que le había dejado el Doctor en el botiquín, y le limpió la herida con destreza.

—Clara. —La llamó suavemente.

—......—Clara puso una expresión bonita y aplicó la medicina con una mano más firme como una advertencia.

Alejandro sintió más dolor y frunció el ceño, pero mantuvo su tono suave: —Clara, me recuerdas a alguien.

Clara se ocupó cuidadosamente de sus heridas y preguntó despreocupadamente: ¿A que, te refieres?

—No lo sé.

—¿No lo sabes? ¿Cómo es posible?

—Sí, o es extraño, pero no puedo identificar a quien me recuerdas.

Alejandro se recostó de lado, tenía sus ojos estrellados que estaban atrapados en recuerdos lejanos mirando la fría luna fuera de la ventana. La imagen de una figura delgada, decidida y obstina
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