Capítulo1929
—¡Rodrigo! ¿A dónde me estás llevando? ¿Qué más planeas hacerme?

Jimena, que acababa de gritar desafiante, de repente se llenó por completo de pánico, pero aún así se mantuvo terca y se negó a suplicar, gritando furiosamente hacia la alta y sombría figura que se alejaba: —¿Olvidaste el juramento que hiciste frente a la tumba de papá? ¡Prometiste protegerme y cuidarme toda la vida! ¿Esto es lo que haces en honor a papá?

Al escuchar esto, Rodrigo detuvo al instante sus pesados pasos.

Miles de pensamientos inundaron su mente como una fuerte marea muy salvaje, su corazón parecía estar atrapado en un pantano, luchando con una fatiga abrumadora.

Lentamente, abrió sus manos muy temblorosas.

En su juventud, estas manos habían acariciado la suave y delicada cabellera de esa niña adorable, le había dado de comer, la había levantado en lo alto y habían corrido con ella de la mano en el parque de diversiones.

Él era su hermano mayor, y desde muy temprana edad había asumido el papel de padre, hacie
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