El Atemporal Club es el lugar donde sobrevivo, tal murciélago que pide oscuridad, allí es donde me siento comodo. No necesito otra opción.

Esperanza quiere mantener distancia con Juan.

Todavía hay tiempo para arrepentirse.

—Si fuera yo quien quisiera llevarte, ¿te irías a un lugar donde el poder de Pol no pueda encontrarte? ¿Me seguirías? — Juan la mira profundamente, más serio que nunca.

—No, definitivamente no lo haría.

Esperanza responde sin dudarlo, con una sonrisa en la que no se distingue entre la luz y las lágrimas—Nací como la persona de Pol, moriré como el fantasma de Pol.

Juan se endereza lentamente, ocultando el rojo de sus ojos nuevamente bajo una mirada fría y aterradora, desabrochando con desdén dos botones más de su camisa negra. —Entiendo tu punto de vista. Si es así, vamos a ocuparnos de lo que realmente nos importa.

—¿Qué es lo que importa? — Este hombre piensa demasiado rápido, Esperanza no puede seguirle el ritmo.

—A la medianoche, en una habitación de hotel, un hom