Ante la insubordinación pública de su propio hijo, Dámaso, acostumbrado a la altivez como cabeza de familia, finalmente perdió por completo la compostura.

Con ojos llenos de ira, se preparaba para avanzar ferozmente hacia Teófilo.

En ese momento, una figura elegante se interpuso de repente en su camino.

—¿Leticia?

Al instante, resonó un sonido nítido de una fuerte bofetada que retumbó en toda la escena.

Leticia, con una mirada llena de odio, le dio a Dámaso una sonora bofetada.

La bofetada fue muy contundente, golpeando la mejilla de Dámaso con ardor e hinchazón, resonando con fuerza en sus oídos.

—Leticia, ¿me estás golpeando? Soy tu hermano.

—¿Eres mi hermano? No tengo hermano.

Leticia arqueó las cejas con gracia y elegancia, riendo fríamente y sin compasión. —No soy diferente de Teófilo. ¿No nos expulsaste a ambos de la familia López? Además, tú no eres más que un hijo adoptivo de la familia López.

Eloy y Teófilo quedaron totalmente atónitos.

Era un secreto de familia que desconocía