Capítulo1004
—¿No te parece gracioso tu propia pregunta?

Pol apartó con fuerza su mano, riendo con desdén y rabia. —Siempre supe que eras una mujer tan vulgar. En aquel entonces, no debería haberme molestado en salvarte.

El estruendo de la puerta resonó mientras el hombre salía bruscamente.

Esperanza se acurrucó desnuda en el suelo, llorando desgarradoramente, sintiéndose más deplorable que su vestido roto tirado en el suelo.

La lluvia fría de la isla golpeaba a Alejandro con brusquedad, su paso era pesado, pero no podía detener en sus avances.

Diego caminaba junto a su lado, aparentemente imperturbable, pero no podía dejar de sorprenderse por la velocidad de este hombre. ¡Realmente, el hombre se movía demasiado rápido!

No es en vano que haya pasado por la academia militar y, haya sido parte de las fuerzas especiales. Los años de vida cómoda no lo habían vuelto perezoso para nada, ni habían embotado su físico, ni su gran voluntad.

Diego tenía que admitir que, aparte de él mismo, el único hombre qu
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