Capítulo 1942
En el camino de regreso a Bahía de Luna, César conducía mientras Adrían estaba en el asiento del copiloto.

En el asiento trasero, el abuelo y el nieto solían tener mucho de qué hablar, pero esta noche estaban especialmente muy silenciosos.

A medida que se acercaban al destino, Fernando suspiró gratamente y puso su mano áspera y seca en el hombro de su nieto.

—Alejandro, tu abuelo sabe que Álvaro se pasó esta noche y te ha molestado.

—Abuelo, estoy bien.

Alejandro sonrió levemente, su perfil en la tenue luz era tan hermoso como enigmático, pero bastante frío como el hielo.

—Alejandro, no te lo tomes a mal— Fernando intentó consolarlo nuevamente.

—Él es mi hermano mayor, me salvó la vida cuando era muy niño, le debo mucho. Esta vez, no me importa lo que tenga que hacer por él.

Lo que no dijo fue que la próxima vez, no sería tan tolerante.

Alejandro era el esposo de Clara, no alguien que permitiría que otros hombres expresaran su interés en ella.

Como dice el refrán, no teme el ladrón sin
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